jueves, 10 de febrero de 2011

Cuanto más country más cowboy

Estoy escribiendo el guión para el cortometraje que quiero grabar cuando venga mi padre. Ya he escrito la primera secuencia tras varias semanas intentando encajar todo en su sitio, y parece que voy dando con la clave aunque es difícil. Son muchos los detalles que no quiero que se escapen y hay que dar con ese plano perfecto, ese objeto que destaca la personalidad del personaje... La primera y última secuencia van a estar claras porque las grabaré en Murcia, con tiempo para pensar y organizarlo todo. Lo peor es la secuencia intermedia, porque depende de lo que acontezca en el viaje. Estoy planteándolo de tal forma para poder justificar ciertas licencias que me voy a permitir. Esta mañana me he puesto a escuchar música libre de derechos en páginas Web, desde que me desperté estoy escuchando una serie de temas que se pasean a caballo entre el country y el folk. Con cada canción me imagino escenas idílicas en lugares directamente sacados de mi imaginación, paisajes al puro estilo Western que dentro de un mes tendré la fortuna de recorrer. Reconozco que el simple hecho de imaginarme, con mi padre, atravesar las rutas salvajes que tanta gente ha recorrido en busca de libertad es un sueño hecho realidad. Porque por eso me gusta el género Western, porque en esos hombres que atraviesan el árido West Far, bajo la compañía de su caballo y duermen debajo de las estrellas, me veo fielmente reflejado. La única diferencia es que yo estoy atado inconscientemente a un estilo de vida, que me prohíbe esa libertad. Pero bueno, hago lo que puedo. Y además para eso se creó el cine, para mostrar en una pantalla todo lo que en realidad nos gustaría hacer pero nuestra moral no nos deja. Porque rechaza lo desconocido o socialmente inaceptable. Hay que intentar educarla y hacer cosas que a uno le parecen inmorales, porque señores, a lo mejor los inmorales son ustedes.

Ayer estuve en el Billy Wilder Theater viendo un ciclo de cine iraní. Pasaron una serie de cortometrajes de algunos lugareños. La verdad es que no entendí ninguno. Eran vídeos con una temática y una narración hiperconceptual, psicomaravillosa y cybervanguardista. Al público angelino pareció entusiasmarle la idea, aunque claro también se encontraban allí los mayores intelectuales de la gran ciudad; al menos así se comportaban y vestían. Había una chica que era un show. Vestía unos tacones tan altos que su enjuto marido tenía que sujetarla con ambos brazos para que no se cayese, ahora que iba preciosa. El teatro increíble eso sí, es muy bonito. Se encuentra dentro del Hammer Museum que pertenece a la universidad UCLA. Por lo visto realizan muchas exposiciones allí, de hecho el archivo de cine y televisión de la universidad está en dicho teatro. Ya tengo el programa así que me dejaré caer entre las altas esferas alguna que otra vez. Pues nada, después de los cortometrajes con los que me aburrí hasta límites desesperantes empezó la película. El director es Mohammad Rasoulof y le ayudó Jafar Panahi, un gran director iraní. Se llama The White Meadows. Me gustó mucho, es una gran película.

Bueno, ayer me llevé una gran sorpresa. Roy me regaló un chaleco de cuero con mucho estilo. Pues por casualidad miro donde fue fabricado y fue en El Paso. Es un gran detalle.

1 comentario:

  1. Bueno Juan, yo también estoy deseando que llegue el día del viaje, va a ser una gran experiencia para los dos, aunque lo de las "licencias" en el guión del corto me empieza a asustar un poco. Pero como suelen decir los actores, si el guión lo exige, habrá que hacerlo.

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