martes, 8 de marzo de 2011

Fuera de la jaula

De camino a casa de un amigo para ver el partido el destino me ha obligado una pausa. Una parada en una tiendecita cercana a la parada del autobús, para comprar unas pilas, ha vuelto a ser una de las sorpresas a las que ya me estoy acostumbrando.

Este pequeño negocio lo regenta un amigo mexicano con el que suelo intercambiar algunas palabras cuando voy. Me hace mucha gracia este charro. Tiene un acento mexicano muy fuerte y sus frases están coloreadas con el olor y el gusto del refranero mejicano. Solemos terminar con un "Gracias, suerte en tu vida" de mi parte y un "Ándale cabrón" soltado con un desprecio cargado de amistad, cuando abandono la tienda. Hoy, en la parada que ya he comentado, me he encontrado a este chaparro leyendo La Biblia. Es un hombre pequeñito, arrugado y rechoncho con mirada de lluvia y voz de violín. Lo primero que me ha dicho es que si creo en Dios. Yo, equivocadamente, me he quedado un rato callado pues al decirle que no creo pensé que le podía molestar. "No seas hipócrita cabrón, ¿crees o no? Me tuve que reír y decirle la verdad. Entonces ha venido su platica y el por qué el si cree en La Biblia.

Por lo visto hace cuatro años era un hombre poderoso. Traficante de drogas que bajaba a Tijuana dos veces por semana y se embolsaba unos 60.000 dólares en ambos trayectos. Andando con mujeres hermosas, consumiendo drogas y tomando como un poeta que acaba de cobrar. Un día le agarró la ley y fue directo a prisión. Donde anduvo depresivo sin sus mujeres, drogas y alcohol. Un día, acostado en su celda, se le acercó un reverendo y le preguntó, "¿Cómo estás?". "¿Pues como voy a estar pendejo? Aquí encerrado como puerco". Entonces el reverendo le ofreció una Biblia, se la dejó al lado suya y se marchó. Me comenta que tras una semana leyendo encontró la sabiduría de los hombres de todos los tiempos en un libro. Un archivo que hablaba de prostitución, de vicio, de crueldad y otros menesteres. Se enganchó profundamente a esta creencia.

Tras unos cuantos años que no me ha revelado, salió de prisión. Volvió al Valle de San Fernando y dejó sus malos hábitos. Por los que reconoce sentir nostalgia. Y es que hace un año este hombre sufrió una experiencia cercana a la muerte, respuesta a sus vicios y al estrés de su anterior oficio. Tuvo un ataque al corazón. Me ha estado comentando su experiencia, de la que recuerda todo.

Al caer al suelo sintió levantarse y se vio tirado, sin vida. Entonces dos hombres de chaqueta se le acercaron y le preguntaron si quería vivir o morir. Él se deslizó en la duda y ante la arrogancia de tan misteriosos sepultureros luchó por vivir. Y volvió a la conciencia en una cama de hospital. Obviamente, tras suculenta llamada del otro lado, su punto de vista y filosofía es distinta. Ahora ya no vive tan rápido y se cuida, pues no hay nada tan bonito como seguir en este mundo. Por mucho que nos patee de vez en cuando.

Al principio me daba palo contar esta historia, porque me la ha contado en amistad. Pero bueno ni siquiera aquí sabe nadie que conozco a este hombre. Y me parece interesante su vida.

Le he prometido volver antes de mi marcha. La cual cada vez está más cerca. Y me agobia mucho. Me preocupa volver a casa, por el modo en el que lo voy a llevar. Deseo ver a gente que quiero con toda el alma, y al mismo tiempo me duele abandonar el yo de aquí. La aventura de cada día que me hace vibrar de energía. Porque estar en Los Angeles, viviendo en un suburbio y metiendo las narices en cualquier cloaca como me gusta hacer... menuda experiencia.

Tras el partido del Barcelona me he ido a Santa Monica con mi compadre. Y digo antes de permitir que esto se convierta en el diario de una adolescente, un atardecer en una playa californiana es uno de los misterios más embrujados que he experimentado. En escena una situación de dos amigos hablando de diversos temas, con el sol fundiéndose en el mar como una rebanada de mantequilla al fondo y los muelles desvaneciendo su figura. Para eso ya no tengo palabras.

sábado, 5 de marzo de 2011

Con amigos mejor

Tan solo llevo dos meses en Los Angeles y he cambiado para siempre. Está siendo la época más interesante de mi vida, y he tenido muchas. Ha sido como andar durante décadas a través de personas, culturas, corazones... No hay día que agarre el autobús y alguien que se siente al lado me haga vibrar de satisfacción por estar aquí. Por compartir conmigo sus pensamientos y permitirme sentirme afortunado de su confesión. Saltar las barreras de la confianza en el primer contacto y verter en mí sus preocupaciones o filosofías. Me siento tan afortunado que no comprendo el grado de merecimiento que el destino me ha otorgado con este viaje. Desde el primer día que pisé suelo californiano y respiré hondamente el pesado aire de la ciudad no he parado de aprender.

Hoy conocí a Oscar. Un guatemalteco que lleva viviendo en América unos 25 años. Lo conocí en la estación de autobuses, así sin más, a través de un cigarro. Él es soldador y viene a Los Angeles donde tiene a sus tres hijas y quiere encontrar trabajo. Porque a Chicago se le ha juntado el frío con el desempleo. Nada más sentarse a mi lado me ha venido un bendito olor a vino que descubría a este afable bebedor. Que terminaba cada frase con una carcajada y se desmoronaba de risa ante mis palabras y mi modo de hablar. Me ha vuelto a recordar que soy un gachupino, hasta le he cogido cariño a este insulto. Pues nada hemos compartido tabaco y bromas, que mejor mezcla para esperar al autobús.

Y es que así es cada día, si no es un filipino que trabaja de seguridad en un edificio es un mexicano guasón o una camarera gringa quien me acompaña. Y, afortunadamente, hasta ahora buena gente.

Por supuesto que me he encontrado con mala también, aunque lo único que uno debe hacer es mirar al frente y obviar las palabras. Pues por sí solas no suelen causar mucho daño, aunque esto claro está depende de quien las escupa.

He hecho muchos amigos. Algunos de ellos de tránsito y otros que me esforzaré por conservar. Ya que son los que me han acompañado y dado cariño en mi estancia. No hay nada como los amigos.

Esta tierra es dura. Te hace ponerte a prueba cada día, y eso es estimulante. La verdad es que no me imagino viviendo en ningún lugar del mundo aparte de L.A. Y por eso me da miedo volver, porque puede significar un viaje sin retorno. Al menos a corto plazo.

Voy a añorar mucho estos atardeceres puro color naranja y sus finas palmeras.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Con las botas puestas

Hoy voy a escribir con mucha rabia, aunque con la satisfacción de saber que voy alcanzando la clase de conocimiento y pensamiento que no todo el mundo tiene la posibilidad de experimentar.

Voy a empezar por una anécdota que me ha sucedido hoy mismo. Sin ir más lejos. Esta tarde estaba sentado en la acera de un suburbio del Valle, esperando a alguien que trabaja en un Outlet de dicha zona. Estaba haciendo tiempo escuchando música y sumido en mis pensamientos cuando una persona me ha llamado la atención. Una pobre mujer, de unos 30 años aunque su fisionomía dañada por las drogas y una vida mísera la hacían envejecer, se ha dirigido a mí. Al principio no la entendía, su lenguaje barrio bajero y una boca ausente de dientes limitaba el entendimiento. No soy un gran conocedor del inglés para enfrentarme a ese lenguaje. Entendía que ella me podía hacer ganar un dólar, luego ofrecía dos dólares mientras se alejaba de mí y me balbuceaba penosamente algo ininteligible. Tras quitarme los auriculares y acercarme a ella he comprendido su frustración. Necesitaba ayuda para mover su coche y me ofrecía dinero para empujarlo. Aquí es donde se ha provocado el drama de la situación. Tras decirle que yo no quería dinero sino nada más que ayudarle ha roto en llanto. Me confiesa entre lágrimas y risas que soy la primera persona en mucho tiempo que se ha preocupado por ella de manera altruista. Esta mujer vive en un coche que lleva renqueando posiblemente desde mediados de siglo pasado junto a sus tres chihuahuas. Me ha preguntado si yo tengo un hogar, porque ella no tiene ni siquiera familia. Fijándome en el interior destartalado de su carro he visto la fotografía de una niña pequeña, supongo sería una hija. No sé. Estaba desesperada. Llorando por una vida que le ha tocado sin derecho a elegir, ya que los caminos que le han tocado andar no han llevado una dirección correcta. Aunque supongo que sus circunstancias tampoco se lo han permitido.

Me ha rezado, me ha adorado por ese gesto que yo considero humano y razonable. Por supuesto no me creo una especie de ángel. Simplemente he hecho lo que creo correcto y lo que me han enseñado.

¿Cómo puede la sociedad ser tan cruel? Hasta el punto de que un ser humano rompa en llanto por recibir afecto, algo que nos debería ser obligatorio. Yo no sabía qué hacer. Simplemente le he dicho que no debe extrañarse por estas acciones, pues el mundo por naturaleza debe ser amable y los que no lo son es porque están podridos y manipulados. No es su culpa, sino la del resto.

Esto me ha conducido a otros pensamientos. He ido saltando por diversas experiencias y recorrido largos caminos de mi mente para ir comprendiendo cosas que antes no entendía.

En mi vida he cometido muchas locuras, sobrepasado algunos "límites" en mi devoción hacia personas que no han sabido comprender mis acciones. Perdona que hable desde mi experiencia pero es la única que conozco.

La belleza. El amor. Son palabras que de vez en cuando naufragan porque no van dirigidas a los puertos adecuados. Algún pensador ya dijo que la única medida del amor es amar sin medida, y no se puede estar más de acuerdo. Hablo de un amor general, no del clásico romanticismo de pareja, del cual desconfío. Por ejemplo, regalar una rosa; decir un te quiero; preocuparse por alguien más que no seas tu mismo. A veces estas acciones tan normales para uno son entendidas, o malentendidas, por un receptor que piensa que les condiciona en algo o esconden algún misterio. La mayoría se queda con lo superficial, y no son capaces de trascender y ver más allá del gesto. Incapaces de ver el símbolo de las cosas, su espíritu.

Hay miedo a la libertad, y cuando muchos se encuentran ante un alma libre se asustan. Porque no la entienden. Entonces vienen los prejuicios, "uy por qué me ayuda"; "uy por qué me llama"; "uy", "uy", "uy"... ¡Despierta! se están preocupando por ti. Una cosa que he aprendido es que nadie es imprescindible, ni yo ni tú que lees estás líneas. Así que por favor, cuando cualquiera te muestre afecto y sus sentimientos sean puros no lo rechaces. No huyas a ese rincón de tu cerebro donde están los miedos y te escondas. Sé agradecido o agradecida.

En el cine estamos acostumbrados a vivir experiencias hermosas con las que a veces hasta estallamos en llanto y deseamos que nos sucedan, pero cuando somos víctimas de estos actos hermosos nos llenamos de perjuicios.

Cada uno tiene su situación, yo me considero afortunado por la mía. Aunque también tengo mis problemas como todo hijo de sus padres. Lo que veo es que tenemos mucha belleza alrededor en este planeta y a veces no sabemos valorarla. Cada día que pasamos se puede resumir en un verso, y como elemento artístico puede que no lo comprendas. Vivimos en una tierra llena de vida, de corazones que bombean sangre y pulmones que se inflan y desinflan para que nuestro cuerpo pueda seguir conduciendo nuestra alma. ¿No es eso suficientemente hermoso?

Yo creo que voy por el buen camino y en el transporte que deseo. Voy a seguir creyendo en mi estilo de juego, siendo merengue y tengo como ejemplo al Barcelona, vaya cruz. Ese equipo que confió en un modo de vida hasta en las peores situaciones, cuando solo acumulaban fracasos. Y jamás desistieron. Es importante confiar en uno mismo y en que su forma de actuar es la correcta, seguir ese terreno y cortar de raíz las malas hierbas que nos pueden hacer tropezar y desviar el sendero.

Porque si no nos comportamos como creemos que debemos vamos a ir molestos. Tropezaremos y aún encima en un terreno desconocido.

Yo voy a seguir por mi ruta, aunque caiga mil veces.

jueves, 10 de febrero de 2011

Cuanto más country más cowboy

Estoy escribiendo el guión para el cortometraje que quiero grabar cuando venga mi padre. Ya he escrito la primera secuencia tras varias semanas intentando encajar todo en su sitio, y parece que voy dando con la clave aunque es difícil. Son muchos los detalles que no quiero que se escapen y hay que dar con ese plano perfecto, ese objeto que destaca la personalidad del personaje... La primera y última secuencia van a estar claras porque las grabaré en Murcia, con tiempo para pensar y organizarlo todo. Lo peor es la secuencia intermedia, porque depende de lo que acontezca en el viaje. Estoy planteándolo de tal forma para poder justificar ciertas licencias que me voy a permitir. Esta mañana me he puesto a escuchar música libre de derechos en páginas Web, desde que me desperté estoy escuchando una serie de temas que se pasean a caballo entre el country y el folk. Con cada canción me imagino escenas idílicas en lugares directamente sacados de mi imaginación, paisajes al puro estilo Western que dentro de un mes tendré la fortuna de recorrer. Reconozco que el simple hecho de imaginarme, con mi padre, atravesar las rutas salvajes que tanta gente ha recorrido en busca de libertad es un sueño hecho realidad. Porque por eso me gusta el género Western, porque en esos hombres que atraviesan el árido West Far, bajo la compañía de su caballo y duermen debajo de las estrellas, me veo fielmente reflejado. La única diferencia es que yo estoy atado inconscientemente a un estilo de vida, que me prohíbe esa libertad. Pero bueno, hago lo que puedo. Y además para eso se creó el cine, para mostrar en una pantalla todo lo que en realidad nos gustaría hacer pero nuestra moral no nos deja. Porque rechaza lo desconocido o socialmente inaceptable. Hay que intentar educarla y hacer cosas que a uno le parecen inmorales, porque señores, a lo mejor los inmorales son ustedes.

Ayer estuve en el Billy Wilder Theater viendo un ciclo de cine iraní. Pasaron una serie de cortometrajes de algunos lugareños. La verdad es que no entendí ninguno. Eran vídeos con una temática y una narración hiperconceptual, psicomaravillosa y cybervanguardista. Al público angelino pareció entusiasmarle la idea, aunque claro también se encontraban allí los mayores intelectuales de la gran ciudad; al menos así se comportaban y vestían. Había una chica que era un show. Vestía unos tacones tan altos que su enjuto marido tenía que sujetarla con ambos brazos para que no se cayese, ahora que iba preciosa. El teatro increíble eso sí, es muy bonito. Se encuentra dentro del Hammer Museum que pertenece a la universidad UCLA. Por lo visto realizan muchas exposiciones allí, de hecho el archivo de cine y televisión de la universidad está en dicho teatro. Ya tengo el programa así que me dejaré caer entre las altas esferas alguna que otra vez. Pues nada, después de los cortometrajes con los que me aburrí hasta límites desesperantes empezó la película. El director es Mohammad Rasoulof y le ayudó Jafar Panahi, un gran director iraní. Se llama The White Meadows. Me gustó mucho, es una gran película.

Bueno, ayer me llevé una gran sorpresa. Roy me regaló un chaleco de cuero con mucho estilo. Pues por casualidad miro donde fue fabricado y fue en El Paso. Es un gran detalle.

viernes, 4 de febrero de 2011

De Jalisco a Los Angeles

En este tiempo que he estado sin escribir he visto bastantes cosas. He recorrido Venice Beach entre su ambiente multicultural y gangsta, sobre todo gangsta; me he perdido entre edificios cuyas líneas se perdían en el cielo; y he paseado por el exótico ambiente de Chinatown.

Pero hoy voy a hablar de Maikel. Un mexicano de 26 años que emigró desde Jalisco a México. Ha sido una clase gratuita de filosofía que jamás olvidaré. Lo he conocido en la parada del autobús cuando me ha dicho que me compraba tabaco. Obviamente le he ofrecido un cigarro sin pedirle nada a cambio, como se hace en España, y ahí hemos empezado a hablar de nuestras inquietudes. Coincidíamos bastante pues él está interesado en escribir guiones para cine y tenía pequeños proyectos para grabar videoclips. De verdad que si alguien le diese una oportunidad podríamos descubrir un genio.

Maikel estaba metido en una viciosa rutina allá en Jalisco cuyo único camino le llevaba a la destrucción. Él me ha puesto este ejemplo: "era como un caballo, sólo podía mirar hacia el frente y no comprendía otro estilo de vida más que el que me tocaba vivir. Corría en círculos como si fuera un picadero. Unas veces iba más rápido, otras más lentas y también existía la posibilidad de caer y que se acabase todo". Un barrio humilde cuya rebeldía hacia el sistema que les oprime se basa en la violencia y la venta de drogas le hizo cambiar su forma de vida, justo cuando parece que ya no hay escape. Me contaba que ha visto amigos suyos morir o caer en la cárcel, que es otra forma de muerte aunque el cuerpo no desaparezca. Cuando la droga, el dinero fácil, mujeres y toda una gran fortuna que poseía estuvo a punto de darle muerte él regresó a la vida levantándose con fuerza y pensando que ya basta. "Antes solo podía verme de frente, como en un espejo, y después de aquella experiencia conseguí girar alrededor de mi cuerpo y ver la vida de una forma distinta. Más realista"

Maikel dejó su vida en Jalisco y se lanzó a Los Angeles hace cuatro años. Aquí solo tenía un primo al que visitaba pero no quería inmiscuirlo en sus problemas. Vino con un sueño que no va a abandonar y estoy seguro que va a conseguir, pues se podía sentir el fuego en sus ojos y nadie, y digo nadie, puede parar a un hombre que sigue un deseo con tanto afán.

El primer año se lo pasó mendigando. No porque no tuviese donde ir, que lo tenía. Él quería verse en situaciones extremas y ganarse el respeto, principalmente a sí mismo. Así se pasó las noches durmiendo en un coche y bañándose de madrugada en las fuentes cuando nadie podía verle. "Hay que tener cuidado. Porque en esta ciudad existe gente muy mala. Si eres débil se van a aprovechar de ti por ello. Si eres fuerte te ven como una amenaza y van a intentar joderte. Antes yo hubiera matado a quien se pusiese en mi camino. Pero hay que tragarse el orgullo y pensar que lo más importante que tenemos es la vida. El mero hecho de levantarte otra mañana y ver que estás vivo, eso es la mayor felicidad que un hombre se merece" Anduvo recogiendo latas y comiendo lo que encontraba por la basura, hasta que una vez se puso muy enfermo al comer algo en mal estado y estuvo una semana fuera de combate. Lo que le llevó a buscar con más ahínco un empleo que le ofreciese lo mínimo para una renta corriente y estabilidad financiera para gastos mínimos.

De ser un chico egoísta y vanidoso consiguió pegar un giro de 180º y entrar en la realidad. Comentaba, lo que todos sabemos pero cuando te lo dicen te da gusto, que hay muchos detalles diarios que podemos hacer y que nos aportan una felicidad impagable. La forma de vivir en tu círculo, consciente de tu entorno e intentar cambiarlo de alguna manera; cambiar todo lo que está a tu alcance. Por ejemplo, me comentaba que la semana pasada estuvo hablando con un mendigo cuya situación era lastimosa. Estuvieron charlando durante un rato y al final Maikel le invitó a comer en un restaurante con él. Eso es, simplemente. A las personas nos rodean círculos, los más cercanos es donde estamos nosotros y la familia, y así se van expandiendo hasta donde queramos. Tenemos que ir saltando los círculos de uno en uno, porque nos provoca mayor satisfacción conforme los vamos cumpliendo, a nosotros y a los más allegados, y son indispensables para avanzar como seres humanos. Que al fin y al cabo es lo que importa.

Me comentaba que él estuvo un tiempo asaltando bancos y licorerias. "No te creas que estoy orgulloso de lo que hacía. La gente que roba está muy mal visto. Lo que no entiende la mayoría es que hay situaciones en las que no hay otra opción. Si tienes que mantener una familia o simplemente necesitas para comer. Y el sistema que hemos creado, con pobres más pobres y ricos más ricos, te empuja inclemente a la miseria. Entras donde sea y lo asaltas, aunque te lleves a cinco por delante" Ha habido un punto en el que sonaba un tanto lunático aunque lo piensas y puede tener hasta su punto de razón. Comentaba que estos pequeños actos de delincuencia son manifestaciones para agitar el sistema desde dentro. Cuando las clases más humildes empiecen a demostrar mediante la violencia estos actos, el sistema puede sufrir una evolución o mutar de alguna manera. Desgraciadamente todo en base a la violencia, que es la única forma que entiende el ser humano. La colleja.

La forma en la que hablaba y explicaba sus ideas era fascinante. Siempre acompañando ejemplos basados en su propia experiencia o en situaciones idílicas. No era ninguna locura ni simple charlatanería lo que estaba pasando en la parte de atrás de ese autobús. Para mí ha significado mucho, de verdad que me ha marcado realmente y no paro de pensar en todo lo que me decía.

Me ha contado muchas historias en las que se ha visto envuelto y como, mediante la fuerza del espíritu, ha salido adelante. Debería ser él quien escriba este blog, porque soy incapaz de expresar sus palabras. Siento que me dejo un mundo detrás. rf

De todo lo que me ha pasado hoy conocer esta personalidad tan poderosa ha sido lo que más me ha impactado. En mitad de la conversación he llegado al cruce de la Balboa con la Louise Avenue que es donde me bajo, nos hemos dado la mano, deseado suerte... y ya está.

domingo, 30 de enero de 2011

Miguel Strogoff

Este personaje nacido de la pluma de Julio Verne se me aparece hoy tras planear el día de mañana. Strogoff tiene que viajar a través de la casi infinita Rusia para advertir al Zar de una futura invasión. Viaja a través de frías estepas junto a su amada Nadia, quien le ayuda a concluir su misión tras quedar aparentemente ciego (al final se descubre que no lo estaba) tras un castigo impuesto por sus adversarios. Después de organizar las múltiples conexiones de autobuses que tengo que tomar mañana en mi cabeza quedan un batido de nombres como la Sunland con la San Fernando; la Cahuenga con la Barham; la Sunset con la Highland; la Hilgard con la Charing Cross; y, entre muchos más, el olímpico final de la Roscoe con la Louise. Destino donde termino cada día con los huesos enfadados y las rodillas pidiendo explicaciones a tanto ajetreo.

Yo también voy ciego, entre avenidas que se me imponen como gigantes que juegan conmigo al tú la llevas. Mi única referencia a la cual me entrego, como nuestro héroe ruso a Nadia, son las conexiones que anoto en el cuaderno de recetas que me escribió mi madre. Así que entre un ostentoso conjunto de comidas, a las que no voy a pegar bocado hasta volver a España, leo las rutas que he de seguir entre salivajos de deseo.

El Viernes conocí a Antonio. Un mejicano muy amable que conducía el autobús hasta North Hollywood, donde debía cambiar al tren para seguir mi camino. Este chaparro con lengua de filósofo me estuvo ilustrando sobre la estructura de las avenidas angelinas, un sistema creado hace cientos de años cuando llegaron los españoles. Cuando llegamos a América hicimos gala de la chapucería hispana. Organizamos las calles al estilo romano, con sus cruces de norte a sur o este a oeste, solo que en vez de fijarnos en un mapa lo hicimos en los cerros que rodean el Valle de San Fernando. Por lo tanto en este área es difícil situarse pues no es muy fiable la dirección. Ya que los cerros no están exactamente al sur, o al norte. Sin embargo en la propia ciudad de Los Angeles los primeros gringos que se asentaron se encargaron de arreglar nuestra equivocación organizando su estructura sobre una rosa de los vientos correcta.

Antonio me animó a que estudiase bien el mapa de Los Angeles y así me evitaría muchos problemas, porque sabiendo bien donde se ubica el Norte o el Sur es fácil llegar a casa. Estuvimos teniendo una conversación agradable desde que reconoció mi acento hasta que nos despedimos en North Hollywood Station. Me explicó su experiencia como inmigrante ilegal en los años 70, por lo visto tiempos prósperos para la rica California. Ya son varias las personas que me cruzo en el camino que cuando hablan de esos años, vaya, parece que recuerdan el día que nacieron y vieron la maravillosa luz por primera vez. Tuvo que ser genial, no lo dudo.

Ahora los inmigrantes, sobre todo latinos, andan bastante perdidos en sus vidas. Un gran porcentaje, según confiesa Antonio, son casi analfabetos que acaban formando parte de las bandas. Él se mostraba muy orgulloso de su hijo, que decidió abandonar la calle para estudiar en la Universidad. No me extraña nada que eligiese ese camino, su padre gozaba de una cultura envidiable. Y como dice el refrán, de tal palo...

jueves, 27 de enero de 2011

Rosales que pinchan con amor

Llevo dos semanas y media en tierra de inmigrantes y pioneros. Cada día tatúa en mi piel nuevas experiencias, algunas veces marcadas con el dolor; aunque es ese tipo de sufrimiento que va cogido de la mano de la satisfacción, pues cada tropiezo que voy pegando es un grano de arena más al aprendizaje. No paro de sorprenderme a mí mismo por la voluntad que empeño en conseguir mi objetivo principal, encontrar un empleo en el que sea valorado.

Hoy el destino me ha ofrecido en bandeja una nueva oportunidad, una entrevista de trabajo. Aunque al principio me asustaba el hecho de que fuera telefónica, pues mi nivel de inglés en ocasiones parece haber nacido en los suburbios; eso junto a la falta de personalidad de este modelo de citas me inquieta. Aunque de todo se puede sacar provecho, por lo que el no estar delante de unas personas me ha facilitado prepararme un guión previniendo sus preguntas y así ganar confianza en cada contestación. El sabor que se me ha quedado en la boca ha sido bastante dulce, aunque ya he aprendido que detrás de una buena sensación vienen posibles decepciones. No debo idealizar emociones y seguir como si hoy no hubiese sucedido nada extraordinario.

El trabajo tiene lugar en Florida. Así que en la posibilidad de ser elegido tendría que mudarme allí. No es un problema, al fin y al cabo aún ni siquiera sé dónde voy a echar raíces algún día. El ambiente laboral que me han descrito viene envuelto en un clima de creatividad y exigencia que me excita. Ya les he dicho que me encantan los retos y veo esta oportunidad de trabajo como un desafío delicioso. Cada vez tengo más claro que ante situaciones extremas es cuando mostramos nuestro verdadero espíritu de lucha, y así conseguimos evolucionar.

No quiero levantarme un día y que la decepción por no ser elegido me derrumbe. Así que ya me he preparado una lista de tres productoras en el área de Hollywood a las que me acercaré mañana. Hay que olvidarse del pasado y si me fuerzas hasta del presente, porque esperar puede convertirte en un tiburón muerto.

Google es increíble. Cada vez que trato de guiarme en sus aplicaciones me sorprenden más y más. El primer día que cogí el autobús me metí en la página del servicio público de Los Angeles. Por su puesto me volví loco ante la presencia de mil líneas de colores que se cruzaban entre sí y solo servían para alimentar mi confusión. Pues esta maravillosa página te permite escribir dos direcciones y guiarte por la ciudad, mostrándote los autobuses y trenes que hay que coger con sus transbordos inclusos. Así que mañana me expondré de nuevo a los autobuses y trenes que tanto asustan con sus líneas de colores. Al final no es para tanto, además el autobús recoge a los personajes más excéntricos de Los Angeles. El otro día, cuando me perdí, se sentó a mi lado una chica que iba bastante drogada. Su comportamiento surfeaba entre la risa, el enfado y una angustia que casi la invitaba al llanto. Gritaba y se metía con todos los que encontraba en su camino, yo estaba sentado justo al lado de ella pero por lo visto no era objeto de su locura. Me encantaba su voz, me recordaba a esas grandes cantantes de soul cuyo tono de voz te estremece.

El martes estuve en el Océano. No sabía si reír, llorar... ¿Cómo se supone que se comporta uno cuando ve cumplir sus sueños? En serio, verme rodeado de esas playas infinitas; músicos ambulantes; patinadores y tanta gente libre alrededor. Me tuve que sentar en un banco al final del muelle durante un momento para intentar entender qué caminos me han traído a vivir esta aventura, con el Océano desplegándose tranquilo y dócil delante de mis ojos. He soñado millones de veces con esta experiencia y, cuando estaba viviéndola, me daba miedo no llegar a entender todo su significado. De hecho creo que hasta que no cumpla muchos años más y todo esto sea un recuerdo, no conseguiré comprenderlo. No podéis imaginar las risotadas que me pego cuando de repente descubro que estoy en traje paseando por Hollywood, con un maletín que contiene papeles con direcciones; una cámara de fotos; un libro; y, obviamente, tres o cuatro sobres donde guardo los currículum. La atmósfera surrealista que envuelve todo esto puede conmigo. Porque además voy siempre solo. No tengo amigos ni nadie con quien reírme y compartir esos momentos, ¿y a quién le importa?

Lo que más me asusta es que en Abril todo se acaba y odiaría volverme a Murcia con la decepción de no encontrar respuesta a mis inquietudes. Aún me quedan muchos días para pensar en ello, aunque supongo que será normal pensar en esto de vez en cuando. Al fin y al cabo el ser humano es miedoso por naturaleza, pero para eso está la fuerza de cada uno de saltar con los ojos cerrados a lo desconocido. Una frase que me encanta de Jack London y que intento tener presente cada día, "vive como si no existieras".