martes, 8 de marzo de 2011

Fuera de la jaula

De camino a casa de un amigo para ver el partido el destino me ha obligado una pausa. Una parada en una tiendecita cercana a la parada del autobús, para comprar unas pilas, ha vuelto a ser una de las sorpresas a las que ya me estoy acostumbrando.

Este pequeño negocio lo regenta un amigo mexicano con el que suelo intercambiar algunas palabras cuando voy. Me hace mucha gracia este charro. Tiene un acento mexicano muy fuerte y sus frases están coloreadas con el olor y el gusto del refranero mejicano. Solemos terminar con un "Gracias, suerte en tu vida" de mi parte y un "Ándale cabrón" soltado con un desprecio cargado de amistad, cuando abandono la tienda. Hoy, en la parada que ya he comentado, me he encontrado a este chaparro leyendo La Biblia. Es un hombre pequeñito, arrugado y rechoncho con mirada de lluvia y voz de violín. Lo primero que me ha dicho es que si creo en Dios. Yo, equivocadamente, me he quedado un rato callado pues al decirle que no creo pensé que le podía molestar. "No seas hipócrita cabrón, ¿crees o no? Me tuve que reír y decirle la verdad. Entonces ha venido su platica y el por qué el si cree en La Biblia.

Por lo visto hace cuatro años era un hombre poderoso. Traficante de drogas que bajaba a Tijuana dos veces por semana y se embolsaba unos 60.000 dólares en ambos trayectos. Andando con mujeres hermosas, consumiendo drogas y tomando como un poeta que acaba de cobrar. Un día le agarró la ley y fue directo a prisión. Donde anduvo depresivo sin sus mujeres, drogas y alcohol. Un día, acostado en su celda, se le acercó un reverendo y le preguntó, "¿Cómo estás?". "¿Pues como voy a estar pendejo? Aquí encerrado como puerco". Entonces el reverendo le ofreció una Biblia, se la dejó al lado suya y se marchó. Me comenta que tras una semana leyendo encontró la sabiduría de los hombres de todos los tiempos en un libro. Un archivo que hablaba de prostitución, de vicio, de crueldad y otros menesteres. Se enganchó profundamente a esta creencia.

Tras unos cuantos años que no me ha revelado, salió de prisión. Volvió al Valle de San Fernando y dejó sus malos hábitos. Por los que reconoce sentir nostalgia. Y es que hace un año este hombre sufrió una experiencia cercana a la muerte, respuesta a sus vicios y al estrés de su anterior oficio. Tuvo un ataque al corazón. Me ha estado comentando su experiencia, de la que recuerda todo.

Al caer al suelo sintió levantarse y se vio tirado, sin vida. Entonces dos hombres de chaqueta se le acercaron y le preguntaron si quería vivir o morir. Él se deslizó en la duda y ante la arrogancia de tan misteriosos sepultureros luchó por vivir. Y volvió a la conciencia en una cama de hospital. Obviamente, tras suculenta llamada del otro lado, su punto de vista y filosofía es distinta. Ahora ya no vive tan rápido y se cuida, pues no hay nada tan bonito como seguir en este mundo. Por mucho que nos patee de vez en cuando.

Al principio me daba palo contar esta historia, porque me la ha contado en amistad. Pero bueno ni siquiera aquí sabe nadie que conozco a este hombre. Y me parece interesante su vida.

Le he prometido volver antes de mi marcha. La cual cada vez está más cerca. Y me agobia mucho. Me preocupa volver a casa, por el modo en el que lo voy a llevar. Deseo ver a gente que quiero con toda el alma, y al mismo tiempo me duele abandonar el yo de aquí. La aventura de cada día que me hace vibrar de energía. Porque estar en Los Angeles, viviendo en un suburbio y metiendo las narices en cualquier cloaca como me gusta hacer... menuda experiencia.

Tras el partido del Barcelona me he ido a Santa Monica con mi compadre. Y digo antes de permitir que esto se convierta en el diario de una adolescente, un atardecer en una playa californiana es uno de los misterios más embrujados que he experimentado. En escena una situación de dos amigos hablando de diversos temas, con el sol fundiéndose en el mar como una rebanada de mantequilla al fondo y los muelles desvaneciendo su figura. Para eso ya no tengo palabras.

sábado, 5 de marzo de 2011

Con amigos mejor

Tan solo llevo dos meses en Los Angeles y he cambiado para siempre. Está siendo la época más interesante de mi vida, y he tenido muchas. Ha sido como andar durante décadas a través de personas, culturas, corazones... No hay día que agarre el autobús y alguien que se siente al lado me haga vibrar de satisfacción por estar aquí. Por compartir conmigo sus pensamientos y permitirme sentirme afortunado de su confesión. Saltar las barreras de la confianza en el primer contacto y verter en mí sus preocupaciones o filosofías. Me siento tan afortunado que no comprendo el grado de merecimiento que el destino me ha otorgado con este viaje. Desde el primer día que pisé suelo californiano y respiré hondamente el pesado aire de la ciudad no he parado de aprender.

Hoy conocí a Oscar. Un guatemalteco que lleva viviendo en América unos 25 años. Lo conocí en la estación de autobuses, así sin más, a través de un cigarro. Él es soldador y viene a Los Angeles donde tiene a sus tres hijas y quiere encontrar trabajo. Porque a Chicago se le ha juntado el frío con el desempleo. Nada más sentarse a mi lado me ha venido un bendito olor a vino que descubría a este afable bebedor. Que terminaba cada frase con una carcajada y se desmoronaba de risa ante mis palabras y mi modo de hablar. Me ha vuelto a recordar que soy un gachupino, hasta le he cogido cariño a este insulto. Pues nada hemos compartido tabaco y bromas, que mejor mezcla para esperar al autobús.

Y es que así es cada día, si no es un filipino que trabaja de seguridad en un edificio es un mexicano guasón o una camarera gringa quien me acompaña. Y, afortunadamente, hasta ahora buena gente.

Por supuesto que me he encontrado con mala también, aunque lo único que uno debe hacer es mirar al frente y obviar las palabras. Pues por sí solas no suelen causar mucho daño, aunque esto claro está depende de quien las escupa.

He hecho muchos amigos. Algunos de ellos de tránsito y otros que me esforzaré por conservar. Ya que son los que me han acompañado y dado cariño en mi estancia. No hay nada como los amigos.

Esta tierra es dura. Te hace ponerte a prueba cada día, y eso es estimulante. La verdad es que no me imagino viviendo en ningún lugar del mundo aparte de L.A. Y por eso me da miedo volver, porque puede significar un viaje sin retorno. Al menos a corto plazo.

Voy a añorar mucho estos atardeceres puro color naranja y sus finas palmeras.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Con las botas puestas

Hoy voy a escribir con mucha rabia, aunque con la satisfacción de saber que voy alcanzando la clase de conocimiento y pensamiento que no todo el mundo tiene la posibilidad de experimentar.

Voy a empezar por una anécdota que me ha sucedido hoy mismo. Sin ir más lejos. Esta tarde estaba sentado en la acera de un suburbio del Valle, esperando a alguien que trabaja en un Outlet de dicha zona. Estaba haciendo tiempo escuchando música y sumido en mis pensamientos cuando una persona me ha llamado la atención. Una pobre mujer, de unos 30 años aunque su fisionomía dañada por las drogas y una vida mísera la hacían envejecer, se ha dirigido a mí. Al principio no la entendía, su lenguaje barrio bajero y una boca ausente de dientes limitaba el entendimiento. No soy un gran conocedor del inglés para enfrentarme a ese lenguaje. Entendía que ella me podía hacer ganar un dólar, luego ofrecía dos dólares mientras se alejaba de mí y me balbuceaba penosamente algo ininteligible. Tras quitarme los auriculares y acercarme a ella he comprendido su frustración. Necesitaba ayuda para mover su coche y me ofrecía dinero para empujarlo. Aquí es donde se ha provocado el drama de la situación. Tras decirle que yo no quería dinero sino nada más que ayudarle ha roto en llanto. Me confiesa entre lágrimas y risas que soy la primera persona en mucho tiempo que se ha preocupado por ella de manera altruista. Esta mujer vive en un coche que lleva renqueando posiblemente desde mediados de siglo pasado junto a sus tres chihuahuas. Me ha preguntado si yo tengo un hogar, porque ella no tiene ni siquiera familia. Fijándome en el interior destartalado de su carro he visto la fotografía de una niña pequeña, supongo sería una hija. No sé. Estaba desesperada. Llorando por una vida que le ha tocado sin derecho a elegir, ya que los caminos que le han tocado andar no han llevado una dirección correcta. Aunque supongo que sus circunstancias tampoco se lo han permitido.

Me ha rezado, me ha adorado por ese gesto que yo considero humano y razonable. Por supuesto no me creo una especie de ángel. Simplemente he hecho lo que creo correcto y lo que me han enseñado.

¿Cómo puede la sociedad ser tan cruel? Hasta el punto de que un ser humano rompa en llanto por recibir afecto, algo que nos debería ser obligatorio. Yo no sabía qué hacer. Simplemente le he dicho que no debe extrañarse por estas acciones, pues el mundo por naturaleza debe ser amable y los que no lo son es porque están podridos y manipulados. No es su culpa, sino la del resto.

Esto me ha conducido a otros pensamientos. He ido saltando por diversas experiencias y recorrido largos caminos de mi mente para ir comprendiendo cosas que antes no entendía.

En mi vida he cometido muchas locuras, sobrepasado algunos "límites" en mi devoción hacia personas que no han sabido comprender mis acciones. Perdona que hable desde mi experiencia pero es la única que conozco.

La belleza. El amor. Son palabras que de vez en cuando naufragan porque no van dirigidas a los puertos adecuados. Algún pensador ya dijo que la única medida del amor es amar sin medida, y no se puede estar más de acuerdo. Hablo de un amor general, no del clásico romanticismo de pareja, del cual desconfío. Por ejemplo, regalar una rosa; decir un te quiero; preocuparse por alguien más que no seas tu mismo. A veces estas acciones tan normales para uno son entendidas, o malentendidas, por un receptor que piensa que les condiciona en algo o esconden algún misterio. La mayoría se queda con lo superficial, y no son capaces de trascender y ver más allá del gesto. Incapaces de ver el símbolo de las cosas, su espíritu.

Hay miedo a la libertad, y cuando muchos se encuentran ante un alma libre se asustan. Porque no la entienden. Entonces vienen los prejuicios, "uy por qué me ayuda"; "uy por qué me llama"; "uy", "uy", "uy"... ¡Despierta! se están preocupando por ti. Una cosa que he aprendido es que nadie es imprescindible, ni yo ni tú que lees estás líneas. Así que por favor, cuando cualquiera te muestre afecto y sus sentimientos sean puros no lo rechaces. No huyas a ese rincón de tu cerebro donde están los miedos y te escondas. Sé agradecido o agradecida.

En el cine estamos acostumbrados a vivir experiencias hermosas con las que a veces hasta estallamos en llanto y deseamos que nos sucedan, pero cuando somos víctimas de estos actos hermosos nos llenamos de perjuicios.

Cada uno tiene su situación, yo me considero afortunado por la mía. Aunque también tengo mis problemas como todo hijo de sus padres. Lo que veo es que tenemos mucha belleza alrededor en este planeta y a veces no sabemos valorarla. Cada día que pasamos se puede resumir en un verso, y como elemento artístico puede que no lo comprendas. Vivimos en una tierra llena de vida, de corazones que bombean sangre y pulmones que se inflan y desinflan para que nuestro cuerpo pueda seguir conduciendo nuestra alma. ¿No es eso suficientemente hermoso?

Yo creo que voy por el buen camino y en el transporte que deseo. Voy a seguir creyendo en mi estilo de juego, siendo merengue y tengo como ejemplo al Barcelona, vaya cruz. Ese equipo que confió en un modo de vida hasta en las peores situaciones, cuando solo acumulaban fracasos. Y jamás desistieron. Es importante confiar en uno mismo y en que su forma de actuar es la correcta, seguir ese terreno y cortar de raíz las malas hierbas que nos pueden hacer tropezar y desviar el sendero.

Porque si no nos comportamos como creemos que debemos vamos a ir molestos. Tropezaremos y aún encima en un terreno desconocido.

Yo voy a seguir por mi ruta, aunque caiga mil veces.

jueves, 10 de febrero de 2011

Cuanto más country más cowboy

Estoy escribiendo el guión para el cortometraje que quiero grabar cuando venga mi padre. Ya he escrito la primera secuencia tras varias semanas intentando encajar todo en su sitio, y parece que voy dando con la clave aunque es difícil. Son muchos los detalles que no quiero que se escapen y hay que dar con ese plano perfecto, ese objeto que destaca la personalidad del personaje... La primera y última secuencia van a estar claras porque las grabaré en Murcia, con tiempo para pensar y organizarlo todo. Lo peor es la secuencia intermedia, porque depende de lo que acontezca en el viaje. Estoy planteándolo de tal forma para poder justificar ciertas licencias que me voy a permitir. Esta mañana me he puesto a escuchar música libre de derechos en páginas Web, desde que me desperté estoy escuchando una serie de temas que se pasean a caballo entre el country y el folk. Con cada canción me imagino escenas idílicas en lugares directamente sacados de mi imaginación, paisajes al puro estilo Western que dentro de un mes tendré la fortuna de recorrer. Reconozco que el simple hecho de imaginarme, con mi padre, atravesar las rutas salvajes que tanta gente ha recorrido en busca de libertad es un sueño hecho realidad. Porque por eso me gusta el género Western, porque en esos hombres que atraviesan el árido West Far, bajo la compañía de su caballo y duermen debajo de las estrellas, me veo fielmente reflejado. La única diferencia es que yo estoy atado inconscientemente a un estilo de vida, que me prohíbe esa libertad. Pero bueno, hago lo que puedo. Y además para eso se creó el cine, para mostrar en una pantalla todo lo que en realidad nos gustaría hacer pero nuestra moral no nos deja. Porque rechaza lo desconocido o socialmente inaceptable. Hay que intentar educarla y hacer cosas que a uno le parecen inmorales, porque señores, a lo mejor los inmorales son ustedes.

Ayer estuve en el Billy Wilder Theater viendo un ciclo de cine iraní. Pasaron una serie de cortometrajes de algunos lugareños. La verdad es que no entendí ninguno. Eran vídeos con una temática y una narración hiperconceptual, psicomaravillosa y cybervanguardista. Al público angelino pareció entusiasmarle la idea, aunque claro también se encontraban allí los mayores intelectuales de la gran ciudad; al menos así se comportaban y vestían. Había una chica que era un show. Vestía unos tacones tan altos que su enjuto marido tenía que sujetarla con ambos brazos para que no se cayese, ahora que iba preciosa. El teatro increíble eso sí, es muy bonito. Se encuentra dentro del Hammer Museum que pertenece a la universidad UCLA. Por lo visto realizan muchas exposiciones allí, de hecho el archivo de cine y televisión de la universidad está en dicho teatro. Ya tengo el programa así que me dejaré caer entre las altas esferas alguna que otra vez. Pues nada, después de los cortometrajes con los que me aburrí hasta límites desesperantes empezó la película. El director es Mohammad Rasoulof y le ayudó Jafar Panahi, un gran director iraní. Se llama The White Meadows. Me gustó mucho, es una gran película.

Bueno, ayer me llevé una gran sorpresa. Roy me regaló un chaleco de cuero con mucho estilo. Pues por casualidad miro donde fue fabricado y fue en El Paso. Es un gran detalle.

viernes, 4 de febrero de 2011

De Jalisco a Los Angeles

En este tiempo que he estado sin escribir he visto bastantes cosas. He recorrido Venice Beach entre su ambiente multicultural y gangsta, sobre todo gangsta; me he perdido entre edificios cuyas líneas se perdían en el cielo; y he paseado por el exótico ambiente de Chinatown.

Pero hoy voy a hablar de Maikel. Un mexicano de 26 años que emigró desde Jalisco a México. Ha sido una clase gratuita de filosofía que jamás olvidaré. Lo he conocido en la parada del autobús cuando me ha dicho que me compraba tabaco. Obviamente le he ofrecido un cigarro sin pedirle nada a cambio, como se hace en España, y ahí hemos empezado a hablar de nuestras inquietudes. Coincidíamos bastante pues él está interesado en escribir guiones para cine y tenía pequeños proyectos para grabar videoclips. De verdad que si alguien le diese una oportunidad podríamos descubrir un genio.

Maikel estaba metido en una viciosa rutina allá en Jalisco cuyo único camino le llevaba a la destrucción. Él me ha puesto este ejemplo: "era como un caballo, sólo podía mirar hacia el frente y no comprendía otro estilo de vida más que el que me tocaba vivir. Corría en círculos como si fuera un picadero. Unas veces iba más rápido, otras más lentas y también existía la posibilidad de caer y que se acabase todo". Un barrio humilde cuya rebeldía hacia el sistema que les oprime se basa en la violencia y la venta de drogas le hizo cambiar su forma de vida, justo cuando parece que ya no hay escape. Me contaba que ha visto amigos suyos morir o caer en la cárcel, que es otra forma de muerte aunque el cuerpo no desaparezca. Cuando la droga, el dinero fácil, mujeres y toda una gran fortuna que poseía estuvo a punto de darle muerte él regresó a la vida levantándose con fuerza y pensando que ya basta. "Antes solo podía verme de frente, como en un espejo, y después de aquella experiencia conseguí girar alrededor de mi cuerpo y ver la vida de una forma distinta. Más realista"

Maikel dejó su vida en Jalisco y se lanzó a Los Angeles hace cuatro años. Aquí solo tenía un primo al que visitaba pero no quería inmiscuirlo en sus problemas. Vino con un sueño que no va a abandonar y estoy seguro que va a conseguir, pues se podía sentir el fuego en sus ojos y nadie, y digo nadie, puede parar a un hombre que sigue un deseo con tanto afán.

El primer año se lo pasó mendigando. No porque no tuviese donde ir, que lo tenía. Él quería verse en situaciones extremas y ganarse el respeto, principalmente a sí mismo. Así se pasó las noches durmiendo en un coche y bañándose de madrugada en las fuentes cuando nadie podía verle. "Hay que tener cuidado. Porque en esta ciudad existe gente muy mala. Si eres débil se van a aprovechar de ti por ello. Si eres fuerte te ven como una amenaza y van a intentar joderte. Antes yo hubiera matado a quien se pusiese en mi camino. Pero hay que tragarse el orgullo y pensar que lo más importante que tenemos es la vida. El mero hecho de levantarte otra mañana y ver que estás vivo, eso es la mayor felicidad que un hombre se merece" Anduvo recogiendo latas y comiendo lo que encontraba por la basura, hasta que una vez se puso muy enfermo al comer algo en mal estado y estuvo una semana fuera de combate. Lo que le llevó a buscar con más ahínco un empleo que le ofreciese lo mínimo para una renta corriente y estabilidad financiera para gastos mínimos.

De ser un chico egoísta y vanidoso consiguió pegar un giro de 180º y entrar en la realidad. Comentaba, lo que todos sabemos pero cuando te lo dicen te da gusto, que hay muchos detalles diarios que podemos hacer y que nos aportan una felicidad impagable. La forma de vivir en tu círculo, consciente de tu entorno e intentar cambiarlo de alguna manera; cambiar todo lo que está a tu alcance. Por ejemplo, me comentaba que la semana pasada estuvo hablando con un mendigo cuya situación era lastimosa. Estuvieron charlando durante un rato y al final Maikel le invitó a comer en un restaurante con él. Eso es, simplemente. A las personas nos rodean círculos, los más cercanos es donde estamos nosotros y la familia, y así se van expandiendo hasta donde queramos. Tenemos que ir saltando los círculos de uno en uno, porque nos provoca mayor satisfacción conforme los vamos cumpliendo, a nosotros y a los más allegados, y son indispensables para avanzar como seres humanos. Que al fin y al cabo es lo que importa.

Me comentaba que él estuvo un tiempo asaltando bancos y licorerias. "No te creas que estoy orgulloso de lo que hacía. La gente que roba está muy mal visto. Lo que no entiende la mayoría es que hay situaciones en las que no hay otra opción. Si tienes que mantener una familia o simplemente necesitas para comer. Y el sistema que hemos creado, con pobres más pobres y ricos más ricos, te empuja inclemente a la miseria. Entras donde sea y lo asaltas, aunque te lleves a cinco por delante" Ha habido un punto en el que sonaba un tanto lunático aunque lo piensas y puede tener hasta su punto de razón. Comentaba que estos pequeños actos de delincuencia son manifestaciones para agitar el sistema desde dentro. Cuando las clases más humildes empiecen a demostrar mediante la violencia estos actos, el sistema puede sufrir una evolución o mutar de alguna manera. Desgraciadamente todo en base a la violencia, que es la única forma que entiende el ser humano. La colleja.

La forma en la que hablaba y explicaba sus ideas era fascinante. Siempre acompañando ejemplos basados en su propia experiencia o en situaciones idílicas. No era ninguna locura ni simple charlatanería lo que estaba pasando en la parte de atrás de ese autobús. Para mí ha significado mucho, de verdad que me ha marcado realmente y no paro de pensar en todo lo que me decía.

Me ha contado muchas historias en las que se ha visto envuelto y como, mediante la fuerza del espíritu, ha salido adelante. Debería ser él quien escriba este blog, porque soy incapaz de expresar sus palabras. Siento que me dejo un mundo detrás. rf

De todo lo que me ha pasado hoy conocer esta personalidad tan poderosa ha sido lo que más me ha impactado. En mitad de la conversación he llegado al cruce de la Balboa con la Louise Avenue que es donde me bajo, nos hemos dado la mano, deseado suerte... y ya está.

domingo, 30 de enero de 2011

Miguel Strogoff

Este personaje nacido de la pluma de Julio Verne se me aparece hoy tras planear el día de mañana. Strogoff tiene que viajar a través de la casi infinita Rusia para advertir al Zar de una futura invasión. Viaja a través de frías estepas junto a su amada Nadia, quien le ayuda a concluir su misión tras quedar aparentemente ciego (al final se descubre que no lo estaba) tras un castigo impuesto por sus adversarios. Después de organizar las múltiples conexiones de autobuses que tengo que tomar mañana en mi cabeza quedan un batido de nombres como la Sunland con la San Fernando; la Cahuenga con la Barham; la Sunset con la Highland; la Hilgard con la Charing Cross; y, entre muchos más, el olímpico final de la Roscoe con la Louise. Destino donde termino cada día con los huesos enfadados y las rodillas pidiendo explicaciones a tanto ajetreo.

Yo también voy ciego, entre avenidas que se me imponen como gigantes que juegan conmigo al tú la llevas. Mi única referencia a la cual me entrego, como nuestro héroe ruso a Nadia, son las conexiones que anoto en el cuaderno de recetas que me escribió mi madre. Así que entre un ostentoso conjunto de comidas, a las que no voy a pegar bocado hasta volver a España, leo las rutas que he de seguir entre salivajos de deseo.

El Viernes conocí a Antonio. Un mejicano muy amable que conducía el autobús hasta North Hollywood, donde debía cambiar al tren para seguir mi camino. Este chaparro con lengua de filósofo me estuvo ilustrando sobre la estructura de las avenidas angelinas, un sistema creado hace cientos de años cuando llegaron los españoles. Cuando llegamos a América hicimos gala de la chapucería hispana. Organizamos las calles al estilo romano, con sus cruces de norte a sur o este a oeste, solo que en vez de fijarnos en un mapa lo hicimos en los cerros que rodean el Valle de San Fernando. Por lo tanto en este área es difícil situarse pues no es muy fiable la dirección. Ya que los cerros no están exactamente al sur, o al norte. Sin embargo en la propia ciudad de Los Angeles los primeros gringos que se asentaron se encargaron de arreglar nuestra equivocación organizando su estructura sobre una rosa de los vientos correcta.

Antonio me animó a que estudiase bien el mapa de Los Angeles y así me evitaría muchos problemas, porque sabiendo bien donde se ubica el Norte o el Sur es fácil llegar a casa. Estuvimos teniendo una conversación agradable desde que reconoció mi acento hasta que nos despedimos en North Hollywood Station. Me explicó su experiencia como inmigrante ilegal en los años 70, por lo visto tiempos prósperos para la rica California. Ya son varias las personas que me cruzo en el camino que cuando hablan de esos años, vaya, parece que recuerdan el día que nacieron y vieron la maravillosa luz por primera vez. Tuvo que ser genial, no lo dudo.

Ahora los inmigrantes, sobre todo latinos, andan bastante perdidos en sus vidas. Un gran porcentaje, según confiesa Antonio, son casi analfabetos que acaban formando parte de las bandas. Él se mostraba muy orgulloso de su hijo, que decidió abandonar la calle para estudiar en la Universidad. No me extraña nada que eligiese ese camino, su padre gozaba de una cultura envidiable. Y como dice el refrán, de tal palo...

jueves, 27 de enero de 2011

Rosales que pinchan con amor

Llevo dos semanas y media en tierra de inmigrantes y pioneros. Cada día tatúa en mi piel nuevas experiencias, algunas veces marcadas con el dolor; aunque es ese tipo de sufrimiento que va cogido de la mano de la satisfacción, pues cada tropiezo que voy pegando es un grano de arena más al aprendizaje. No paro de sorprenderme a mí mismo por la voluntad que empeño en conseguir mi objetivo principal, encontrar un empleo en el que sea valorado.

Hoy el destino me ha ofrecido en bandeja una nueva oportunidad, una entrevista de trabajo. Aunque al principio me asustaba el hecho de que fuera telefónica, pues mi nivel de inglés en ocasiones parece haber nacido en los suburbios; eso junto a la falta de personalidad de este modelo de citas me inquieta. Aunque de todo se puede sacar provecho, por lo que el no estar delante de unas personas me ha facilitado prepararme un guión previniendo sus preguntas y así ganar confianza en cada contestación. El sabor que se me ha quedado en la boca ha sido bastante dulce, aunque ya he aprendido que detrás de una buena sensación vienen posibles decepciones. No debo idealizar emociones y seguir como si hoy no hubiese sucedido nada extraordinario.

El trabajo tiene lugar en Florida. Así que en la posibilidad de ser elegido tendría que mudarme allí. No es un problema, al fin y al cabo aún ni siquiera sé dónde voy a echar raíces algún día. El ambiente laboral que me han descrito viene envuelto en un clima de creatividad y exigencia que me excita. Ya les he dicho que me encantan los retos y veo esta oportunidad de trabajo como un desafío delicioso. Cada vez tengo más claro que ante situaciones extremas es cuando mostramos nuestro verdadero espíritu de lucha, y así conseguimos evolucionar.

No quiero levantarme un día y que la decepción por no ser elegido me derrumbe. Así que ya me he preparado una lista de tres productoras en el área de Hollywood a las que me acercaré mañana. Hay que olvidarse del pasado y si me fuerzas hasta del presente, porque esperar puede convertirte en un tiburón muerto.

Google es increíble. Cada vez que trato de guiarme en sus aplicaciones me sorprenden más y más. El primer día que cogí el autobús me metí en la página del servicio público de Los Angeles. Por su puesto me volví loco ante la presencia de mil líneas de colores que se cruzaban entre sí y solo servían para alimentar mi confusión. Pues esta maravillosa página te permite escribir dos direcciones y guiarte por la ciudad, mostrándote los autobuses y trenes que hay que coger con sus transbordos inclusos. Así que mañana me expondré de nuevo a los autobuses y trenes que tanto asustan con sus líneas de colores. Al final no es para tanto, además el autobús recoge a los personajes más excéntricos de Los Angeles. El otro día, cuando me perdí, se sentó a mi lado una chica que iba bastante drogada. Su comportamiento surfeaba entre la risa, el enfado y una angustia que casi la invitaba al llanto. Gritaba y se metía con todos los que encontraba en su camino, yo estaba sentado justo al lado de ella pero por lo visto no era objeto de su locura. Me encantaba su voz, me recordaba a esas grandes cantantes de soul cuyo tono de voz te estremece.

El martes estuve en el Océano. No sabía si reír, llorar... ¿Cómo se supone que se comporta uno cuando ve cumplir sus sueños? En serio, verme rodeado de esas playas infinitas; músicos ambulantes; patinadores y tanta gente libre alrededor. Me tuve que sentar en un banco al final del muelle durante un momento para intentar entender qué caminos me han traído a vivir esta aventura, con el Océano desplegándose tranquilo y dócil delante de mis ojos. He soñado millones de veces con esta experiencia y, cuando estaba viviéndola, me daba miedo no llegar a entender todo su significado. De hecho creo que hasta que no cumpla muchos años más y todo esto sea un recuerdo, no conseguiré comprenderlo. No podéis imaginar las risotadas que me pego cuando de repente descubro que estoy en traje paseando por Hollywood, con un maletín que contiene papeles con direcciones; una cámara de fotos; un libro; y, obviamente, tres o cuatro sobres donde guardo los currículum. La atmósfera surrealista que envuelve todo esto puede conmigo. Porque además voy siempre solo. No tengo amigos ni nadie con quien reírme y compartir esos momentos, ¿y a quién le importa?

Lo que más me asusta es que en Abril todo se acaba y odiaría volverme a Murcia con la decepción de no encontrar respuesta a mis inquietudes. Aún me quedan muchos días para pensar en ello, aunque supongo que será normal pensar en esto de vez en cuando. Al fin y al cabo el ser humano es miedoso por naturaleza, pero para eso está la fuerza de cada uno de saltar con los ojos cerrados a lo desconocido. Una frase que me encanta de Jack London y que intento tener presente cada día, "vive como si no existieras".

martes, 25 de enero de 2011

El dólar de la suerte

Hoy ha sido un día demoledor. De esos que conformen te van cayendo las desgracias piensas que qué habré hecho yo para merecer esto. Todo ha empezado a las 16.00 de la tarde aproximadamente. Después de un día estupendo por Santa Mónica, donde me he desecho de dos currículum, y de disfrutar del olor del Pacífico en primera persona, he cogido el autobús de vuelta a casa.

El primero lo he agarrado en la misma playa, donde un conductor Rastaman me ha explicado perezosamente donde debía realizar el cambio de autobús para seguir mi destino hacia Northridge. Lo que yo no sabía entonces es que ese hijo del Jah iba a ser en parte el culpable de mi penitencia. Yo me he confiado a su buena palabra, pues me dijo que me avisaría donde debía descender del auto. Tras una hora dentro de esa lata llena de gente malhumorada al salir del trabajo, en una de las paradas, me he levantado para preguntarle al rasta cuanto falta. En cuanto me ha visto por el espejo retrovisor he podido observar como se echaba las manos a la cabeza, en ese gesto tan característico de "Qué hace este muchacho aquí todavía". A buen entendedor pocas palabras faltan y he hecho lo que hago en momentos de nervios, reírme sin control. El rastafari me ha dicho que me de la vuelta cogiendo el autobús que corre en dirección opuesta, y así he hecho.

Para que vayamos entrando todos en materia añado que me quedaban en ese momento justo cuatro dólares. El dinero necesario para agarrar dos autobuses que me llevarían directo a casa, por lo que, confiando en el equilibrio y el comportamiento natural de las cosas no estaba nervioso. Claro que conmigo nunca se sabe, y creo que de eso ya me tendría que haber dado cuenta.

Cojo el primer autobús y, por lo visto, me he debido bajar a una distancia poco recomendable de donde tenía que coger ese segundo autobús. Estaba en Wilshire Blvd. Una zona de gente tan rica que se descubren por un rayo de materialidad que les permite desarrollar solo una característica humana, la estupidez. He sentido que la gente me tenía miedo cuando me acercaba a hablar con ellos. Hasta que una buena mujer, tan vieja que no le importaría morir ante un extraño como yo, se ha dignado a decirme que la estación más cercana estaba a una milla. Me ha recomendado coger el autobús pero mi pobreza me ha hecho irme andando. Cuando llevaba andando lo correspondiente a una milla, he preguntado a otro señor cuando faltaba para llegar a Roscoe, mi destino. "Una milla, pero si usted quiere ir a Northridge va en dirección contraria amigo". Además la explicación venía acompañada de la fatalidad, porque ahora debía coger un autobús y dos trenes para volver a casa. Me he dado la vuelta y he seguido haciendo gala de mi nerviosismo con una risotada tremenda.

Como yo nunca tuve anillos me he lanzado a la limosna. Me he metido en una tienda de decoración de alto nivel y he preguntado por unos billetes de esos con la cara de Franklin. He conseguido 50 céntimos y una cara de asco hacia mí que me ha llenado de orgullo. Son los primeros céntimos que gano en suelo americano, cada vez queda menos para cumplir el sueño. Tenía tres dólares que me permitía coger el primer autobús y dejar el problema para el Zafrilla del futuro, se iba a enterar ese pobre diablo.

Todo el viaje he ido con seis sentidos en la carretera. El más mínimo error ya si que me podía dejar fuera de combate. Es cierto que podría haber llamado a Roy o a algún amigo, pero con 23 años y unos cuantos viajes encima ha sido el propio orgullo el que me ha animado a seguir. Además lo reconozco, me encanta perderme en el extranjero y verme al límite.

Al llegar a la estación de metro he roído otros cuantos céntimos hasta llegar al dólar, deshaciéndome en halagos y gracias a las buenas almas que me han ayudado. Y así es como he conseguido llegar desde Western Avenue hasta North Hollywood, donde debía mendigar por última vez y así llegar a mi deseado y cada vez más cercano final.

Al llegar a North Hollywood, cogiéndole el gusto y perfeccionando la técnica, he vuelto a poner cara de Oliver Twist y a relucir mi condición de inmigrante europeo. Aunque esta vez he estado más de media hora recibiendo negativas. Nadie tenía dinero allí, he preguntado a viejas; hombres mayores; jóvenes. Y es que pedir un dólar y medio por toda la cara hasta a mí me estaba pareciendo ya una sobrada, y si yo no me lo creo la persuasión pierde fuelle. Esto ha sido cuando me he sentado en un banco y me ha dado por fisgonear en mi monedero, en un primer momento lo he hecho por dejar pasar el rato y ver si se me ocurría algo. Entonces ahí estaba.

Este verano estuve en Turquía. Un día, paseando por Trabzon con unos amigos, pasaron en un Cadillac una pareja de jóvenes que se acababan de casar. En este país es de costumbre, por las clases altas, regalar dólares a gente por la calle. Pues imaginaos a quién le dieron ese dólar de los tres que íbamos caminando. Sí señor, a este menda. Así que lo guardé en un bolsillo de mi monedero donde guardo cosas de valor sentimental. Cuando me lo dieron, que ni siquiera sabía que vendría aquí, pensé que iba a ser mi dólar de la suerte. Pues el destino tiene manos ociosas y efectivamente ese dólar me lo ha cambiado un tipo en la estación por una moneda de dólar y medio, valida solo para los autobuses porque no existe dicha moneda en el comercio.

Así que al final he llegado a casa a las 10 de la noche, con los ojos rojos de cansancio y doliéndome cada fibra de la cabeza a los pies. Este post es solo para contar esta anécdota y ya mañana contaré como me fue el día en Santa Mónica, que fue muy memorable.

Pd: Al llegar a casa me había dejado las llaves dentro

sábado, 22 de enero de 2011

De carne y hueso

Aquí sigo en California, aunque parezca que por la falta de continuidad en las entradas del blog haya caído en manos del olvido. Justo antes de empezar a escribir lo que ahora estás leyendo estaba relajándome junto a una Budweiser y escuchando un poco de música folk americana, no puedo parar de escuchar a Bob Dylan. Mira que no entiendo la mitad de lo que dice, pero su música es pura fantasía y confío en sus palabras plenamente. Además, me compré en la tienda de Umberto un libro llamado "The Dylan Companion". Me costó un dólar, increíble.

Llevo un par de días metido en una habitación debido a que por la falta de transporte no puedo hacer otra cosa. Creedme que tampoco ha sido en vano y, aunque esté cerca del límite, estoy contento y me mantengo positivo. Es muy producente alejarse del contacto con otras personas, al final llegas a conocerte tanto que hasta al mirarte al espejo crees que estás viendo a un extraño. Al menos me estoy dando cuenta que no es tan difícil vivir conmigo mismo. Me tiro casi 24 horas al día en mi única compañía y aún no me he tirado de los pelos. Cuando me hastío de la comparsa del día me duermo y así me alejo durante unas horas de mi existencia.

Es curioso como una persona se va moviendo por su vida, es difícil darse cuenta debido a que cambiamos regularmente pero fijaos los caminos que hemos recorrido. Las veces que cambiamos de idea. Nuestra propia filosofía y leyes que seguimos en nuestra conducta son realmente interesantes. Por ejemplo, hace unos años solo escuchaba música rap. Me parecía que escuchar otro tipo de música era faltar el respeto a mis creencias y ser hipócrita. Ahora raramente escucho ese tipo de música y tampoco creo que haya cometido ningún pecado capital. Es un simple ejemplo, en las cosas más sencillas es donde se descubren los grandes cambios. Hay gente que tiene miedo al cambio, miedo ha estar en manos de algo desconocido y perderse por ese nuevo territorio vasto y salvaje como es lo que desconocemos. Lo que está fuera de nuestra Razón es una amenaza y nos sujetamos fanáticamente a otras ramas más estables. Saltar al vacío no es ningún error, y si no lo haces en el momento adecuado luego puedes encontrártelo lleno.

No sé si es el aroma de California lo que me hace pensar en estas cosas últimamente. Debe ser que en los átomos del aire que respiro aún queda un poco de esa magia verde que flotaba en los 70.

Cambiando de tema. El lunes voy a alquilar un coche. Ya he visto una empresa que tiene programas para ayudar a aquellos que quieran alquilar autos no solo para una semana, como un turista común. Ya me he hecho una lista de productoras a las que voy a acudir personalmente pidiendo entrevistas. Entre ellas se encuentran algunas manejadas por españoles, por lo que si se realiza la entrevista en castellano tendré más oportunidades. Al fin y al cabo capacitado estoy para trabajar, solo falta que me necesiten.

A parte ya he concertado una entrevista con Mark Funhouser, director del Institute of Art of Los Angeles. Me comentó que me ayudaría con todo el papeleo conveniente para regular mi situación legal en los Estados Unidos. Tengo que ver si existe algún programa de estudios especializado en mi área de trabajo, no un estudio universitario de cuatro años al modélico precio de 30.000 dólares al año. Como están mal acostumbrados estos americanos.

También he mirado ya estudios en Los Angeles City Collegue. Donde creo haber encontrado un programa de estudios adecuado a mis necesidades. La formación es en la producción de cine y televisión, la especialización en cada área depende del estudiante, y los precios son asequibles. De hecho es la universidad a la que suele ir la gente de nivel medio y, por lo que he leído en los foros, los profesores son muy profesionales. Esta es la opción que considero ganadora.

Ayer entré en contacto con Jose María, un profesor de inglés en la ciudad. Me pasó el programa y los precios, donde va incluida la vivienda en unos dormitorios cercanos a la escuela, y es bastante sugerente de igual modo.

En todo caso, este lunes en cuanto consiga el carro podré moverme libremente por la ciudad; trabajar finalmente en el Popeyes; y, al fin, salir de Northridge donde estoy viviendo mi propio Folsom Prison Blues.

jueves, 20 de enero de 2011

Súbele las faldas a California y fóllatela

Hoy he estado reunido con el Cónsul. Me he puesto de traje y con mi elegancia huertana he subido a la suite 860 de Wilshire Blvd. Desde luego está claro que para que te tomen en serio un plumaje de Easy Wear y zapatos Emilio Tucci te dan una seguridad que hasta hace que te lo creas. El hábito no hace al monje aunque ayuda. Así que la teoría de Barney Stinson es fiable, suit up!

Mi conversación con él, al menos a mi parecer, ha sido innecesaria. Ha servido para reforzar la realidad de que mi estancia en este país es transitoria, al menos en este primer contacto. No hay posibilidad de ampliar la Visa. Así que como el título del blog reza...

Cuanto antes voy a alquilar un coche. De este modo podré empezar a trabajar en el Popeyes y conseguir la plata que necesito para mi plan B, al que afortunadamente se ha apuntado mi padre. Además ha cogido un color muy atractivo a los sentidos este viaje. Se trata de alquilar una Volkswagen que una agencia angelina destina principalmente a surferos que quieren recorrer la costa del Pacífico buscando grandes olas. Nosotros queremos hacer nuestra ruta personal por el Far West y ver qué nos puede ofrecer estas tierras.

Así que habrá que preparar toda la memoria necesaria para almacenar gigas y gigas de vídeos y fotos.

Esto quiere decir que el 5 de abril estoy en Murcia y me quedaría hasta Septiembre, que vendría a Los Angeles de nuevo con un visado de un año y con una conciencia mayor de lo que puedo conseguir aquí.

El problema de esta ciudad es obvio, sin coche eres cojo. El servicio de transporte público es paupérrimo y a no ser que vivas cerca de donde trabajas no se puede permitir uno vivir en esta costosa ciudad.

Así que esta es mi historia hasta ahora y así se la he contado querido lector. Ahora empieza la época de trabajar y divertirse. No necesariamente en ese orden.

martes, 18 de enero de 2011

Futuro incierto para los planes de hoy

Nota principal para el que viaja sin destino fijo ni un camino marcado: cualquier cosa que puedas planear, cualquiera, cambiará sin dudarlo. Así que nada que te suceda merece la más mínima preocupación. Si no se sabe que hacer lo mejor es confiar en una señal, a lo largo del día siempre sucede alguna cosa que puede cambiar el rumbo de tu vida. Puede ser nada más levantarte, después de comer o incluso sobre la taza del water. Hay que estar atento para entender dicha señal y saber descifrarla. Hoy he tomado una decisión, un plan B. Si no consigo ampliar mi Visa y a los tres meses voy a tener que volverme a España, qué carajo, me largo. Porque uno va por delante de cualquier obstáculo y ante la adversidad hay que encontrar puntos de fuga. Así que mi idea es la siguiente: trabajaría un mes y medio o dos meses para conseguir dinero suficiente para vivir un mes sin trabajar y gastando. Alquilaré una furgoneta que será mi casa, durante un mes estaré viajando por el Far West en busca de aventuras. No es necesario que un coyote se te aparezca en sueños y te haga una revelación, a mí se me ha ocurrido leyendo el Marca online.

Desde entonces no puedo dejar de soñar, tanto que casi deseo que no me surja ningún oficio. Aunque como ya voy aprendiendo esas decisiones ya es hora de tomarlas con la cabeza y no con el corazón, así que si me sale empleo lo cogeré; para lo otro siempre se está a tiempo. Al menos hasta la muerte.

Aunque qué queréis que diga, ya me imagino viendo un atardecer en el Pacífico; conduciendo por una carretera sin límites al horizonte; conociendo gentes en cada parada y compartiendo risas con ellos; jugando al póker en Las Vegas; o tomando un baño en el río Colorado. No sé qué clase de problema debo tener que además, excepto con las gentes y Las Vegas, el resto me imagino haciéndolo desnudo. Tengo unas ganas febriles de hacer todo eso despojado de mis ropas.

Como ya me registré hace unos años en la Asociación Internacional de Soñadores Naturales, el AINS!, sé que la historia suele acabar con dicha interjección. Por lo que su incumplimiento o, en su caso, variación de la fantasía está completamente contemplada. Pero bueno una de las ventajas de pertenecer a dicho club es que los días son más interesantes.

Hoy he recibido un correo inesperado; de Pilar Barbero, International Trade Advisor. En este email se me advierte de diversas productoras que pueden estar interesadas en alargarme la mano y aceptarme en su equipo. Ya he mandado mensaje a la que más interés me ha creado. Se llama Arenas Entertainment y su filosofía me ha atraído. Dicha empresa está formada por latinos, el gerente Santiago Pozo es español, y sienten preferencia por la gente de su misma latitud. Así que les he enviado una serie de palabras empapadas en alcohol, a ver si la borrachera de alabanzas hacia su empresa los hace ruborizar e inclinarse hacía mí en señal de deseo. Suele pasar con las mujeres, el alcohol te convierte en un dulce pecado. A la mañana siguiente el etílico poeta muere y marchan, como los atunes, a aguas más tranquilas. A ver si cae alguna oportunidad por aquí que me permita demostrar lo que soy capaz de hacer por conseguir este sueño. Con paciencia y saliva...

Descartada queda la idea de estudiar en la Universidad, los 40.000 dólares que cuesta un solo año lo convierte en un plan estúpido e innecesario. A parte, si no viniese de una universidad privada aún podría planteármelo. Ya se ha gastado suficiente dinero para que un idiota tenga un coche nuevo cada año. Esa educación no merece tal gasto. El recurso no sería sino aplazar esta situación otros cuatro años más, a parte de la desaparición de mi estirpe. No hay suficiente pan y cebolla para la crisis que nos caería encima.

Eso me lleva a otra conclusión que saco de los Estates. Aquí la educación vale una cantidad horrible de dinero, por lo que solo los ricos tienen la posibilidad de formarse y ser más ricos. Mientras que los pobres, a no ser que sean grandes deportistas y eso es una minoría, seguirán siendo más pobres.

Es enero y hoy han hecho 35ºC. Con el calor han venido unos pequeños compañeros de habitación, los mosquitos. Otro entretenimiento más.

Como ayer escuche decir a Don Draper, "los peores miedos vienen de la anticipación". Por lo que seguiré esperando con los ojos bien abiertos a esas pistas o revelaciones, como quiera llamarse, para saber por dónde seguir.



21:50. Mientras veía un capítulo de Mad Men he visto una sombra al lado de la cabecera de la cama. Vaya, las arañas son grandes en este pueblo.

domingo, 16 de enero de 2011

Si me lleva el diablo que me lleve en coche

Salir a dar un paseo por el barrio te permite ver una serie de clichés propios de cualquier telemovie. Así que esta mañana me he lanzado a la calle y he tomado unos cuantos vídeos.


La anécdota más memorable ha sido cuando me he acercado a una Iglesia Presbiteriana. Desde fuera ya cumplía todos los requisitos de autenticidad, y ha sido cuando he mirado dentro cuando he empezado a pellizcarme por si, por descuido, aún estaba amodorrado . En su interior destacaba un hombre negro pegando gritos alabando el poder todopoderoso de Dios. Por supuesto este señor estaba acompañado de una cuadrilla de señoritas bien vestidas que le hacían los coros. Los responsables de dicho espectáculo, reforzado con un Power Point donde podías seguir la letra de las canciones, debían ser de algún país sudamericano. Irresponsable de mí se me ha ocurrido preguntar si podía grabar el interior de la iglesia, encendiendo la mecha de estos piratas espirituales. Al final, como era de esperar, han estado unos cuantos minutos intentando convencerme para pertenecer a su comunidad, diciéndome que junto a ellos tendría la oportunidad de reforzar mi alma y estar bajo la protección de Dios como si de un capo siciliano se tratase. Tras varios intentos diplomáticos de evasión el cerrar la boca y dar la espalda fue el más efectivo.


Al volver a casa e improvisado, ante mi asombro pues pensaba que era una locura, una comida mezclando plátano, fresas, manzana, mantequilla, tomates y pan componiendo un delicioso Kebab. De nuevo se demuestra que el ser humano es único adaptándose a su entorno.


Tras dos capítulos de Futurama tratando de que el colesterol no hiciera de las suyas me han llamado Valeria y Meira. Estas dos chicas cuya nacionalidad no voy a desvelar pues viene siendo evidente, me han adoptado esta tarde para enseñarme la ciudad. Así que me he montado en su coche y me han llevado de paseo por Northridge. Entre distintas conversaciones he sacado a la luz el tema de las armas en este país y del miedo de mis progenitores por la fama de pistoleros que tienen varios distritos de la ciudad. "Siempre me han atraído los barrios pobres y conflictivos, así que los de Los Angeles me gustaría verlos aunque voy a tener que resignarme", comenté sin esperar una respuesta como la que me dieron. "Vamos".


Pues sí, estas dos pendejas han conducido hacía Downtown y un servidor se ha paseado entre casas centenarias y calles ausentes de simpatía. Ahora que me ha encantado. Ha sido como un viaje por Disneyland donde Mickey Mouse se metía crack y Blancanieves era explotada en las esquinas por pequeños puertorriqueños.


Sinceramente ha sido emocionante ese viaje, además de quitarme una espinita clavada. Aunque me faltó llevarme la cámara.


Aquí pongo el link del vídeo que hice esta mañana:

http://vimeo.com/18862398


sábado, 15 de enero de 2011

La última canción

Hollywood ya se va pareciendo cada vez más a una necrópolis romana que a la prestigiosa ciudad que le dio fama. Los edificios con los carteles de “For lease” van perdiendo la vergüenza, debido a su propia desesperación, por caer en manos de viejos millonarios cuyos caprichos abusan de la razón.


De todos modos, sientes una sacudida cuando te encuentras ante la huella de deidades como John Wayne, Jack Lemmon, Walter Matthau, Marilyn o, entre otros, Humphrey Bogart. Por supuesto coetáneos nuestros como Kevin Spacey, Robert Duvall o Robert Zemeckis (al que le guardaré todo mi amor por siempre) consiguen ponerte la piel de gallina cuando estás ante su estrella. Y es que para todo aquel que sea un cinéfilo, o aprendiz de, siente una extraña conexión hacia estos personajes. El sentimiento de familiaridad hacia aquellos que te han hecho reír, llorar y te han ido enseñando una manera de vivir. En gran parte soy como soy gracias al cine, estúpidamente en diversas situaciones me he llegado a preguntar como actuaría Humphrey, Eastwood, Groucho o Lemmon. La mezcla es extraña pero no me digáis que de ella no saldría el prototipo de hombre perfecto.


Hollywood es un lugar para mirar al suelo. De hecho no levanté la cabeza más que para ver el Teatro Kodak, donde se celebran los Premios de la Academia, y el famoso teatro chino, que inevitablemente conecté con Hora Punta.


Desgraciadamente los buenos tiempos pasaron de largo, ya no se podrá ver a un John Wayne enamorado de California comprando en un supermercado de Hollywood. Ahora los célebres teatros de Sunset Boulevard rinden honor al nombre de la calle. Se pueden ver los antiguos carteles anunciando grandes obras pero en su interior hay tiendas de souvenirs, supermercados o licorerias. Las estrellas del Paseo de la Fama están destinadas a los famosos actuales como Ricky Martin, Cristina Aguilera, gemelas Olsen o Britney Spears. Esto realmente me dejó en shock. Pero bueno, tenemos los ídolos que nos merecemos. Otra prueba más de la decadencia de nuestros tiempos.


Salimos de ese parque de atracciones y fuimos a unas tiendas de antigüedades, Roy es un cazatesoros y se le ve como pez en el agua en estas tiendas. La primera que visitamos marchaba a manos de un simpático inglés prototipo de anglosajón homosexual que vino a Hollywood con una gran cultura y forrado. Nos tomamos un té, como no, y demostró una afabilidad y educación propia de su clase. Roy y él mantuvieron una larga conversación sobre arte mientras yo escuchaba atento y asentía como si supiera de lo que estaban hablando. Saludar y sonreír.


La próxima tienda que visitamos me reveló algo muy importante sobre este viaje, su significado. Mientras caminaba entre apretados pasillos donde se levantaban torres de reliquias americanas me vi con un retrato de John Wayne. En él aparecía una carreta de vaqueros en un paisaje de western puro. En el centro estaba él. Pañuelo al cuello, sombrero de vaquero y la mirada de alguien que no sabe muy bien cual es su lugar, pero que el sol, libertad y agitado Sur le mantiene ocupado. Ahí descubrí que venía movido por la nostalgia. Esa es la palabra en la que se basa mi marcha. Y de ahí viene mi desilusión al ver que Hollywood ni siquiera es llamada así, sino Hollyweird. Aunque también hay que saber leer entre líneas, y como ya sé en que se basa todo esto ya sé donde encontrar las respuestas que necesito, en las personas mayores.


Por eso me tiro horas hablando con Roy, porque él vino aquí en los setenta. Me cuenta los buenos tiempos donde Los Angeles era una ciudad tranquila donde la gente prosperaba y vivía tranquila, lejos de las bandas actuales y sus peligrosas reyertas. Así fue como hablando con la dueña de esta última tienda, se me ponía la piel de gallina diciéndome que fuera a Dogtown donde ella había visto a Tony Alva, al que aún se puede ver aunque mayor, descendiendo con su skateboard para saltar al Océano. O se movía por la noche por los Clubs de Hollywood encontrándose actuaciones de Frank Sinatra, Cole Porter, The Doors, Dylan o Hendrix. El problema es que yo vine para ver eso, y por supuesto llegué tarde.


Aunque aún me sigo sobrecogiendo cuando en un Tommy´s suena Shirley & Company o uno de los artistas de época. Aunque ya no están en vivo su espíritu corre por el aire de esta ciudad.


También ha sido muy positivo el encuentro con la cultura popular mexicana. De la cual he sido admirador estos últimos años y me hace disfrutar de conversaciones con gentes de dicha nacionalidad. Me encanta encontrar en gente como Umberto la filosofía que encierran las letras de Jorge Negrete, Jose Alfredo Jiménez o Antonio Aguilar. Quizás por ahí también podría enfocar mi aprendizaje.


Ayer volvimos a visitar a Umberto. Como siempre que voy al salir me llevo algo conmigo y esta vez fue un vídeo, una foto y unos cuantos pensamientos.


Link:

http://vimeo.com/18809991


miércoles, 12 de enero de 2011

Abolir la esclavitud no es derogar el racismo

No entiendo esta ciudad. ¿Cómo puede existir el racismo en un lugar donde el 90% de los habitantes son inmigrantes? El ser humano es estúpido, siempre acudimos a los detalles superficiales de alguien para defendernos de nuestros propios miedos. Si los chinos conquistan el negocio de tu barrio no es porque tú no trabajas lo suficiente, es que esos “amarillos” nos invaden y ellos son los malos. Si un negro en esta ciudad mata a alguien o roba un establecimiento es porque los negros son así por naturaleza, nada tiene que ver que viva en la miseria, nada. La prueba más clara de que un grupo étnico se ha integrado en la sociedad norteamericana es la práctica de la xenofobia.


Hoy he conocido a Ana Guzmán, una mexicana proveniente de Guadalajara. Ana tiene unos treinta y cinco años y trabaja en una tienda de móviles en el centro comercial de Northridge. Todos los días se levanta de su diminuto apartamento en Inglewood, porque no puede permitirse vivir en ninguna urbanización de Los Angeles, y se va a su trabajo donde labora sin descanso. El salario mínimo en esta ciudad es de 1100 dólares, una renta de un apartamento medio es de 800 dólares. Ana es una mujer muy simpática, le he dicho que soy español y aunque al principio ha sido un poco reticente para entablar conversación cuando ha visto que soy buen chico me ha abierto la puerta. Ella es feliz aquí, al menos más que en su México natal.


Lo que me ha molestado es lo siguiente. Una mujer de origen persa cuyo estatus social es alto, porque el standing de una persona se mide por el disfraz que llevamos y no por la buena educación, tenía un gran dilema: ¿me compro un Ipod o una Blackberry? Ana ha estado aguantando durante más de una hora enseñándole todas las prestaciones del móvil y al fin y al cabo haciendo bien su trabajo. Ana me lanzaba miradas cómplices y yo solo podía responder con una sonrisa estúpida que era fruto de la vergüenza que estaba soportando. No voy a entrar en detalles de dicha conversación, porque no se la merece, aunque podéis imaginaos el patético conflicto que se estaba planteando. Entre gritos, como la mujer no se entendía poniendo en evidencia su ignorancia, decide dejar la tienda sin comprar nada solo porque “esa incompetente mexicana” no ha sabido hacer bien su trabajo. Para colmo uno de los empleados era negro. Por supuesto se ha referido a los negros como gente que no quiere trabajar y han sido creados por la naturaleza para robar o matar. Aquí los negros están por debajo de los mexicanos, y eso que los pobres últimos tienen menos derechos que los gatos que deambulan por las limpias calles de Los Angeles. Son llamados mayota, así es como los latinos denominan a una especie de abeja negra que suele posarse en defecaciones y basura.


Esta mañana mismo lo estaba hablando con Roy. Es una idea onírica pero la vida es bastante más sencilla cuando sueñas. Esto lo han dicho grandes personajes de la historia y no desvelo nada nuevo pero que bien estaría un mundo sin fronteras. Supongo que estas son las ideas que de verdad cobran importancia cuando eres un inmigrante y tu estancia depende del sello de un visado. Que me estáis contando que yo solo debo estar aquí tres meses, la tierra pertenece al hombre. Debería poder andar por el mundo como si fuera mío.


Odio comentarios que a veces escucho a mi alrededor. Cuando un árabe dice que los negros son basura me dan ganas de responderle que él en mi país también es considerado por mucha gente basura, y si está de acuerdo. Esta ciudad está llena de muros, don´t fence me in man!


Es curioso ver como odian a esos niggers y luego adoran a Kobe Bryant en el estadio.


Me hierve la sangre cuando siento el racismo cerca. Es como si la historia no nos hubiese enseñado nada y siempre caemos en los mismos errores. Tememos lo que no conocemos. La gente viaja a otros países y no se mezcla con el pueblo, donde está la sabiduría, el alma de cada país. Y así seguiremos discriminando a ciertas razas por ser pobres, y no va a cambiar la situación porque no conviene. Siempre vendrán más extranjeros a alimentar la pobreza y ocupar los puestos más bajos; porque el pobre campesino charro, con sus escasos cinco dólares a la hora, aquí podrá comprar cosas que en su aldea ni hubiera soñado.


La historia de Ana es solo una de los miles de relatos huérfanos de dignidad que hay en América. Tierra levantada por inmigrantes que tras siglos de esclavitud aún no han recuperado la honra que se merecen y por la que trabajan día a día.


martes, 11 de enero de 2011

WELCOME TO THE UNITED STATES OF MÉXICO

Se puede considerar que hoy ha sido mi primer día en Estados Unidos. Ha sido un día muy completo, me dejé el turismo histórico y con Roy como guía hemos dado un paseo social por la ciudad, sus barrios, culturas y gentes.


Me desperté con la gran noticia de la incorporación de un nuevo miembro a la familia. Delgadito y largo, como describe su padre, vino Rubén al mundo. Segunda generación Rabbani en tierra manchega, este crío no sabe la suerte de nacer en el nido que le tocó. Bienvenido a la familia.


Después de desayunar y esos menesteres de escaso interés conocí a Alí. Un Pakistaní que como muchos emigró a este país y ahora trabaja en esta oficina. Alí es el contable, se pasa el día llevando presupuestos y removiendo papeles. Roy me ha planteado el trabajar para él, lo cual me ha parecido bien. Si Alí me enseña el oficio de contable seguro que en el futuro me servirá más que vender pollo en Popeyes, aunque esto último sea más divertido.


Roy llegó sobre las nueve de la mañana, rebosante de energía. Con él me fui a conocer a otro amigo suyo, este es Indio, al que llama constantemente “El Patrón” (tal como suena, aquí el spanglish mexicano podría ser lengua oficial). “El Patrón” es el tipo que se encarga de conseguir cosas, de hecho hoy hemos estado en su garaje. En él guarda decenas de cajas llenas de camisetas, sudaderas, miscelánea, etc. Es un tipo rollizo de aspecto bonachón. Me ha regalado un móvil y dos camisetas de Jägermeister. El domingo me ha invitado a trabajar en un mercado donde planta su puesto, allí tendré que estar a las cinco de la mañana.


Otro de los puntos de interés donde he estado hoy es la casa de Roy. Allí he conocido a su mujer, no consigo acordarme de su nombre, que es una norteamericana de ascendencia mexicana. Esta mujer es increíble, tiene cincuenta y cinco años y la actividad de una jovencita de veinte. Esta mujer tiene la manía de comprar y recoger antigüedades. Tiene un estante entero lleno de objetos de distintos colores, todos fabricados en California. Ella comenta que cada color corresponde a una década, así como el azul es de los ’40 el amarillo corresponde a los ’70. Y esto es solo un ejemplo, porque toda la casa está llena de relojes de pie; mesas de hace muchos años; sillones; santos y un largo etcétera. Hemos estado hablando en una mezcla de mexicano e inglés que solo en esta zona se puede practicar. Me ha explicado la filosofía californiana del “who cares”, esto es que aquí nadie se preocupa por el que dirán. Y es cierto, puedes ver gente por la calle vestida de la forma más informal que puedas imaginarte, como si estuvieran en casa, y a nadie le importa. Aunque parezca una obviedad lo que estoy diciendo pocas veces se practica. Hay mucha gente que se viste para los ojos del resto más que para su propia comodidad. Aquí, por lo que se dice, puedes ver a una estrella de Hollywood en chandal y pantuflas comprando en el mismo supermercado que el resto. Eso es algo que hay que aprender.


De ahí nos hemos marchado a una de las tiendas de pollos. Allí he conocido a José, el “salvadoreño loco”. Es un hombre pequeño con un bigote muy largo y un fuerte acento latino. Otro de los trabajadores humildes que tratan de mantener a su familia en esta ciudad animal.


Esta ciudad es muy complicada. Voy a intentar explicar como se divide. Desde el avión ya te puedes fijar que está dividida en cuadras que forman barrios. El barrio donde me hospedo es multicultural aunque esto no es lo común. Hay barrios para mexicanos, negros, árabes, iraníes, blancos, salvadoreños, panameños, guatemaltecos y así podría seguir hasta la saciedad. Lo curioso es que jamás verás viviendo en un barrio mexicano a alguien que no es de allí, y también es interesante ver como la vida interna de cada barrio es distinta. En un barrio estrictamente mexicano que hemos estado hoy, visitando a la suegra de Roy, se puede ver solo negocios cuyos letreros están en español: taquitos, barberías, burritos, asesores criminales...


Después de visitar a la suegra de Roy, una vieja mexicana que después de décadas viviendo aquí solo habla español, porque entre su terquedad y falta de necesidad nunca aprendió inglés. Su máxima preocupación hacia mí era que me alejase de las bandas, no me casase con una mexicana y aprendiera inglés.


La noche me esperaba una sorpresa más. Conocí a Umberto, el “mexicano loco”. Este hombre regenta un negocio de compra-venta. Este pequeño mexicano con cara de loco y risa sonora ha vivido mil experiencias de lo más extravagantes. Por ahora malvive vendiendo todo tipo de instrumentos como tablas de surf, botas de snow, ropa y mil historias más. Lo increíble ha sido que nada más entrar al negocio de fondo estaba sonando Joaquín Sabina, del cual Umberto ha reconocido ser un gran admirador. Hemos estado hablando durante un buen rato, contándome historias de noches de parranda a la provinciana. Justo antes de irme me ha dicho como llaman a los españoles en México, nos llaman gachupinos. Y es que gachu significa maligno, históricamente proviene de aquellos hombres malos que vinieron del mar y se los cargaron a montones.


Como no podía ser de otra manera estoy terminando la noche comiendo una gran pizza de pepperoni comprada en Little Caesars y viendo a los Lakers contra Cleveland.


Pd: hoy solo he visto a un americano, era un veterano de guerra al lado de la autovía, postrado en su silla de ruedas adornada con dos banderitas americanas a cada lado y con la mirada y la voz perdidas en el aire.


lunes, 10 de enero de 2011

WELCOME TO THE UNITED STATES OF AMERICA

Acaba de comenzar mi viaje hacia Los Angeles. Acostumbrado a los incómodos viajes de Ryanair, o más adecuado “Air Bus”, a los que cogí cariño, ahora me encuentro eufórico al encontrarme en un Boeing más parecido a un modesto hotel que a un medio de transporte. Después de atravesar pasillos y puertas a lo largo del avión he encontrado mi lugar. Sorpresa la mía el descubrir sobre mi asiento una serie de regalos inesperados, como una almohada; un par de calcetines; unos auriculares; un cepillo y pasta de dientes; una manta; y, por último, un antifaz. Por supuesto también vienen como complementos una serie de revistas que deben ser el ultimo grito en la moda Angelina, por ahora es demasiado pronto para saberlo, sinceramente tampoco me apetece descubrirlo, son caca.


Tengo una sensación muy buena dentro de mí, puedo compararla a la que tuve cuando me fui a Polonia de Erasmus. Sabía que iba a ir bien, y así aconteció. De todas formas, el objetivo del viaje es distinto. Mientras que el Erasmus fue una excusa para salir de casa a vivir un festival de juergas durante seis meses, ahora quiero descubrir de qué soy capaz y aprender de lo bueno y lo malo que me ofrezca este país.


Y así es como surge este viaje. De una situación laboral depresiva en España, de una fuerza interior que pide libertad y superación, al fin y al cabo, de las ansias de aventura de las que muchos estamos enfermos. Me voy a una ciudad que desconozco, ni siquiera me he hecho una idea de lo que me puedo encontrar, ni expectativas, ni un plan en concreto. Por supuesto que no va a ser fácil, y es que una cosa que aún no sé y espero que este viaje me enseñe es que no es sencillo vivir, pero que aún así se puede ser feliz sabiendo quién eres y conociendo los valores necesarios para existir.


El avión arranca los motores y tengo que apagar el ordenador.


Diez horas después.


Todo el camino he estado intercalando estados de sueño, vi la película Goodfellas y varios capítulos de Mad Men. La chica que está sentada junto a la ventana la cerró en el Atlántico y no la abrió hasta ahora. Nada más ver el paisaje he tenido que levantarme e ir a una ventana libre para contemplar el espectáculo. Debajo de nosotros se encuentra una tierra tan vasta que ni siquiera desde nuestra posición se puede descubrir ningún núcleo urbano. El terreno es árido y marrón intercalando grandes planicies junto a cadenas montañosas bañadas en nieve. Se pueden vislumbrar grandes lagos de agua azul clara que se comunican entre ellos por ríos grandes y pequeños canales. No puedo parar de imaginar el mundo salvaje que bulle debajo de mí, en mi mente solo existe una tierra regida por lobos. Quiero bajar. Una azafata se acerca y me explica lo que estoy viendo justo ahora mismo, me aguarda ver una ciudad faraónica en medio de un desierto. Por supuesto hablo de Las Vegas, Nevada. Es impresionante esta ciudad, hirviendo entre cordilleras blancas y hundida en un valle seco. Sus edificios se levantan hacia el cielo desafiando a las montañas y desde aquí arriba parece un gran tapón de bañera que mantiene vivo esta gran mina de dólares. Tiene un estilo ostentoso que refleja el orgullo americano, porque aquí todo es gigante.


La tripulación amenaza turbulencias y pide que ocupemos nuestros puestos. Debo apagar el ordenador. Mientras tanto seguiré obnubilado con esta tierra, la cual me pide a gritos que ponga los pies en el suelo y empiece mi aventura.


Son las 21.02 en Los Angeles, California. Al final me he hospedado en la oficina del Popeyes, en una de esas casas prefabricadas que abundan en muchos barrios de Estados Unidos. La situación es buena, me encuentro en el Valle de San Fernando; zona residencial tranquila.


Hoy he conocido a Roy, un iraní que hace cuarenta años llegó a esta ciudad y prosperó. No me extraña nada que lo hiciera, viendo el modo en el que se mueve y actúa te das cuenta que no tiene miedo a nada. Una persona sin miedo es invencible. Se ha convertido en mi mentor y guardián en este planeta de animales al Sur de América del Norte.


Cada viaje que he realizado viene acompañado con un episodio entre cómico y dramático: en Berlín me perdí bajo un frío horroroso, en Sicilia me mordió un perro de la guardia de finanzas, en Turquía me pegaron en una playa por estar con una chica, en Marruecos volví loco a mis amigos por no encontrar el pasaporte... pues aquí me ha pasado algo más común aunque no menos molesto, me han perdido la maleta. Estos cabrones de British Airways no tienen ni idea de donde anda, porque tienen registrada su salida de Madrid y no la llegada a Los Angeles. Conforme he ido necesitando los utensilios que tenía dentro he ido cayendo en la magnitud de la pérdida: ropa interior, bolsa de aseo, babuchas, lentillas, aparato de dientes, ropa... Bueno, espero que en unas días la devuelvan a casa.


Ahora toca dormir, que el día ha sido muy cansado y aunque aquí sean las 21.27 en España son las 6.27 de la mañana, y aún llevo ese horario. Me acuerdo de mucha gente estando aquí, todos aquellos con los que he compartido mucho y estos últimos días me han demostrado de una forma u otra que puedo contar con ello@s para lo que sea, y esto es recíproco claro.


Lo que tengo claro, y solo llevo aquí desde las tres de la tarde, es que esta es la mejor decisión que podía tomar. Y eso me hace sentirme orgulloso. Pase lo que pase este viaje ya ha sido un triunfo.