domingo, 16 de enero de 2011

Si me lleva el diablo que me lleve en coche

Salir a dar un paseo por el barrio te permite ver una serie de clichés propios de cualquier telemovie. Así que esta mañana me he lanzado a la calle y he tomado unos cuantos vídeos.


La anécdota más memorable ha sido cuando me he acercado a una Iglesia Presbiteriana. Desde fuera ya cumplía todos los requisitos de autenticidad, y ha sido cuando he mirado dentro cuando he empezado a pellizcarme por si, por descuido, aún estaba amodorrado . En su interior destacaba un hombre negro pegando gritos alabando el poder todopoderoso de Dios. Por supuesto este señor estaba acompañado de una cuadrilla de señoritas bien vestidas que le hacían los coros. Los responsables de dicho espectáculo, reforzado con un Power Point donde podías seguir la letra de las canciones, debían ser de algún país sudamericano. Irresponsable de mí se me ha ocurrido preguntar si podía grabar el interior de la iglesia, encendiendo la mecha de estos piratas espirituales. Al final, como era de esperar, han estado unos cuantos minutos intentando convencerme para pertenecer a su comunidad, diciéndome que junto a ellos tendría la oportunidad de reforzar mi alma y estar bajo la protección de Dios como si de un capo siciliano se tratase. Tras varios intentos diplomáticos de evasión el cerrar la boca y dar la espalda fue el más efectivo.


Al volver a casa e improvisado, ante mi asombro pues pensaba que era una locura, una comida mezclando plátano, fresas, manzana, mantequilla, tomates y pan componiendo un delicioso Kebab. De nuevo se demuestra que el ser humano es único adaptándose a su entorno.


Tras dos capítulos de Futurama tratando de que el colesterol no hiciera de las suyas me han llamado Valeria y Meira. Estas dos chicas cuya nacionalidad no voy a desvelar pues viene siendo evidente, me han adoptado esta tarde para enseñarme la ciudad. Así que me he montado en su coche y me han llevado de paseo por Northridge. Entre distintas conversaciones he sacado a la luz el tema de las armas en este país y del miedo de mis progenitores por la fama de pistoleros que tienen varios distritos de la ciudad. "Siempre me han atraído los barrios pobres y conflictivos, así que los de Los Angeles me gustaría verlos aunque voy a tener que resignarme", comenté sin esperar una respuesta como la que me dieron. "Vamos".


Pues sí, estas dos pendejas han conducido hacía Downtown y un servidor se ha paseado entre casas centenarias y calles ausentes de simpatía. Ahora que me ha encantado. Ha sido como un viaje por Disneyland donde Mickey Mouse se metía crack y Blancanieves era explotada en las esquinas por pequeños puertorriqueños.


Sinceramente ha sido emocionante ese viaje, además de quitarme una espinita clavada. Aunque me faltó llevarme la cámara.


Aquí pongo el link del vídeo que hice esta mañana:

http://vimeo.com/18862398


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