miércoles, 2 de marzo de 2011

Con las botas puestas

Hoy voy a escribir con mucha rabia, aunque con la satisfacción de saber que voy alcanzando la clase de conocimiento y pensamiento que no todo el mundo tiene la posibilidad de experimentar.

Voy a empezar por una anécdota que me ha sucedido hoy mismo. Sin ir más lejos. Esta tarde estaba sentado en la acera de un suburbio del Valle, esperando a alguien que trabaja en un Outlet de dicha zona. Estaba haciendo tiempo escuchando música y sumido en mis pensamientos cuando una persona me ha llamado la atención. Una pobre mujer, de unos 30 años aunque su fisionomía dañada por las drogas y una vida mísera la hacían envejecer, se ha dirigido a mí. Al principio no la entendía, su lenguaje barrio bajero y una boca ausente de dientes limitaba el entendimiento. No soy un gran conocedor del inglés para enfrentarme a ese lenguaje. Entendía que ella me podía hacer ganar un dólar, luego ofrecía dos dólares mientras se alejaba de mí y me balbuceaba penosamente algo ininteligible. Tras quitarme los auriculares y acercarme a ella he comprendido su frustración. Necesitaba ayuda para mover su coche y me ofrecía dinero para empujarlo. Aquí es donde se ha provocado el drama de la situación. Tras decirle que yo no quería dinero sino nada más que ayudarle ha roto en llanto. Me confiesa entre lágrimas y risas que soy la primera persona en mucho tiempo que se ha preocupado por ella de manera altruista. Esta mujer vive en un coche que lleva renqueando posiblemente desde mediados de siglo pasado junto a sus tres chihuahuas. Me ha preguntado si yo tengo un hogar, porque ella no tiene ni siquiera familia. Fijándome en el interior destartalado de su carro he visto la fotografía de una niña pequeña, supongo sería una hija. No sé. Estaba desesperada. Llorando por una vida que le ha tocado sin derecho a elegir, ya que los caminos que le han tocado andar no han llevado una dirección correcta. Aunque supongo que sus circunstancias tampoco se lo han permitido.

Me ha rezado, me ha adorado por ese gesto que yo considero humano y razonable. Por supuesto no me creo una especie de ángel. Simplemente he hecho lo que creo correcto y lo que me han enseñado.

¿Cómo puede la sociedad ser tan cruel? Hasta el punto de que un ser humano rompa en llanto por recibir afecto, algo que nos debería ser obligatorio. Yo no sabía qué hacer. Simplemente le he dicho que no debe extrañarse por estas acciones, pues el mundo por naturaleza debe ser amable y los que no lo son es porque están podridos y manipulados. No es su culpa, sino la del resto.

Esto me ha conducido a otros pensamientos. He ido saltando por diversas experiencias y recorrido largos caminos de mi mente para ir comprendiendo cosas que antes no entendía.

En mi vida he cometido muchas locuras, sobrepasado algunos "límites" en mi devoción hacia personas que no han sabido comprender mis acciones. Perdona que hable desde mi experiencia pero es la única que conozco.

La belleza. El amor. Son palabras que de vez en cuando naufragan porque no van dirigidas a los puertos adecuados. Algún pensador ya dijo que la única medida del amor es amar sin medida, y no se puede estar más de acuerdo. Hablo de un amor general, no del clásico romanticismo de pareja, del cual desconfío. Por ejemplo, regalar una rosa; decir un te quiero; preocuparse por alguien más que no seas tu mismo. A veces estas acciones tan normales para uno son entendidas, o malentendidas, por un receptor que piensa que les condiciona en algo o esconden algún misterio. La mayoría se queda con lo superficial, y no son capaces de trascender y ver más allá del gesto. Incapaces de ver el símbolo de las cosas, su espíritu.

Hay miedo a la libertad, y cuando muchos se encuentran ante un alma libre se asustan. Porque no la entienden. Entonces vienen los prejuicios, "uy por qué me ayuda"; "uy por qué me llama"; "uy", "uy", "uy"... ¡Despierta! se están preocupando por ti. Una cosa que he aprendido es que nadie es imprescindible, ni yo ni tú que lees estás líneas. Así que por favor, cuando cualquiera te muestre afecto y sus sentimientos sean puros no lo rechaces. No huyas a ese rincón de tu cerebro donde están los miedos y te escondas. Sé agradecido o agradecida.

En el cine estamos acostumbrados a vivir experiencias hermosas con las que a veces hasta estallamos en llanto y deseamos que nos sucedan, pero cuando somos víctimas de estos actos hermosos nos llenamos de perjuicios.

Cada uno tiene su situación, yo me considero afortunado por la mía. Aunque también tengo mis problemas como todo hijo de sus padres. Lo que veo es que tenemos mucha belleza alrededor en este planeta y a veces no sabemos valorarla. Cada día que pasamos se puede resumir en un verso, y como elemento artístico puede que no lo comprendas. Vivimos en una tierra llena de vida, de corazones que bombean sangre y pulmones que se inflan y desinflan para que nuestro cuerpo pueda seguir conduciendo nuestra alma. ¿No es eso suficientemente hermoso?

Yo creo que voy por el buen camino y en el transporte que deseo. Voy a seguir creyendo en mi estilo de juego, siendo merengue y tengo como ejemplo al Barcelona, vaya cruz. Ese equipo que confió en un modo de vida hasta en las peores situaciones, cuando solo acumulaban fracasos. Y jamás desistieron. Es importante confiar en uno mismo y en que su forma de actuar es la correcta, seguir ese terreno y cortar de raíz las malas hierbas que nos pueden hacer tropezar y desviar el sendero.

Porque si no nos comportamos como creemos que debemos vamos a ir molestos. Tropezaremos y aún encima en un terreno desconocido.

Yo voy a seguir por mi ruta, aunque caiga mil veces.

2 comentarios: