viernes, 4 de febrero de 2011

De Jalisco a Los Angeles

En este tiempo que he estado sin escribir he visto bastantes cosas. He recorrido Venice Beach entre su ambiente multicultural y gangsta, sobre todo gangsta; me he perdido entre edificios cuyas líneas se perdían en el cielo; y he paseado por el exótico ambiente de Chinatown.

Pero hoy voy a hablar de Maikel. Un mexicano de 26 años que emigró desde Jalisco a México. Ha sido una clase gratuita de filosofía que jamás olvidaré. Lo he conocido en la parada del autobús cuando me ha dicho que me compraba tabaco. Obviamente le he ofrecido un cigarro sin pedirle nada a cambio, como se hace en España, y ahí hemos empezado a hablar de nuestras inquietudes. Coincidíamos bastante pues él está interesado en escribir guiones para cine y tenía pequeños proyectos para grabar videoclips. De verdad que si alguien le diese una oportunidad podríamos descubrir un genio.

Maikel estaba metido en una viciosa rutina allá en Jalisco cuyo único camino le llevaba a la destrucción. Él me ha puesto este ejemplo: "era como un caballo, sólo podía mirar hacia el frente y no comprendía otro estilo de vida más que el que me tocaba vivir. Corría en círculos como si fuera un picadero. Unas veces iba más rápido, otras más lentas y también existía la posibilidad de caer y que se acabase todo". Un barrio humilde cuya rebeldía hacia el sistema que les oprime se basa en la violencia y la venta de drogas le hizo cambiar su forma de vida, justo cuando parece que ya no hay escape. Me contaba que ha visto amigos suyos morir o caer en la cárcel, que es otra forma de muerte aunque el cuerpo no desaparezca. Cuando la droga, el dinero fácil, mujeres y toda una gran fortuna que poseía estuvo a punto de darle muerte él regresó a la vida levantándose con fuerza y pensando que ya basta. "Antes solo podía verme de frente, como en un espejo, y después de aquella experiencia conseguí girar alrededor de mi cuerpo y ver la vida de una forma distinta. Más realista"

Maikel dejó su vida en Jalisco y se lanzó a Los Angeles hace cuatro años. Aquí solo tenía un primo al que visitaba pero no quería inmiscuirlo en sus problemas. Vino con un sueño que no va a abandonar y estoy seguro que va a conseguir, pues se podía sentir el fuego en sus ojos y nadie, y digo nadie, puede parar a un hombre que sigue un deseo con tanto afán.

El primer año se lo pasó mendigando. No porque no tuviese donde ir, que lo tenía. Él quería verse en situaciones extremas y ganarse el respeto, principalmente a sí mismo. Así se pasó las noches durmiendo en un coche y bañándose de madrugada en las fuentes cuando nadie podía verle. "Hay que tener cuidado. Porque en esta ciudad existe gente muy mala. Si eres débil se van a aprovechar de ti por ello. Si eres fuerte te ven como una amenaza y van a intentar joderte. Antes yo hubiera matado a quien se pusiese en mi camino. Pero hay que tragarse el orgullo y pensar que lo más importante que tenemos es la vida. El mero hecho de levantarte otra mañana y ver que estás vivo, eso es la mayor felicidad que un hombre se merece" Anduvo recogiendo latas y comiendo lo que encontraba por la basura, hasta que una vez se puso muy enfermo al comer algo en mal estado y estuvo una semana fuera de combate. Lo que le llevó a buscar con más ahínco un empleo que le ofreciese lo mínimo para una renta corriente y estabilidad financiera para gastos mínimos.

De ser un chico egoísta y vanidoso consiguió pegar un giro de 180º y entrar en la realidad. Comentaba, lo que todos sabemos pero cuando te lo dicen te da gusto, que hay muchos detalles diarios que podemos hacer y que nos aportan una felicidad impagable. La forma de vivir en tu círculo, consciente de tu entorno e intentar cambiarlo de alguna manera; cambiar todo lo que está a tu alcance. Por ejemplo, me comentaba que la semana pasada estuvo hablando con un mendigo cuya situación era lastimosa. Estuvieron charlando durante un rato y al final Maikel le invitó a comer en un restaurante con él. Eso es, simplemente. A las personas nos rodean círculos, los más cercanos es donde estamos nosotros y la familia, y así se van expandiendo hasta donde queramos. Tenemos que ir saltando los círculos de uno en uno, porque nos provoca mayor satisfacción conforme los vamos cumpliendo, a nosotros y a los más allegados, y son indispensables para avanzar como seres humanos. Que al fin y al cabo es lo que importa.

Me comentaba que él estuvo un tiempo asaltando bancos y licorerias. "No te creas que estoy orgulloso de lo que hacía. La gente que roba está muy mal visto. Lo que no entiende la mayoría es que hay situaciones en las que no hay otra opción. Si tienes que mantener una familia o simplemente necesitas para comer. Y el sistema que hemos creado, con pobres más pobres y ricos más ricos, te empuja inclemente a la miseria. Entras donde sea y lo asaltas, aunque te lleves a cinco por delante" Ha habido un punto en el que sonaba un tanto lunático aunque lo piensas y puede tener hasta su punto de razón. Comentaba que estos pequeños actos de delincuencia son manifestaciones para agitar el sistema desde dentro. Cuando las clases más humildes empiecen a demostrar mediante la violencia estos actos, el sistema puede sufrir una evolución o mutar de alguna manera. Desgraciadamente todo en base a la violencia, que es la única forma que entiende el ser humano. La colleja.

La forma en la que hablaba y explicaba sus ideas era fascinante. Siempre acompañando ejemplos basados en su propia experiencia o en situaciones idílicas. No era ninguna locura ni simple charlatanería lo que estaba pasando en la parte de atrás de ese autobús. Para mí ha significado mucho, de verdad que me ha marcado realmente y no paro de pensar en todo lo que me decía.

Me ha contado muchas historias en las que se ha visto envuelto y como, mediante la fuerza del espíritu, ha salido adelante. Debería ser él quien escriba este blog, porque soy incapaz de expresar sus palabras. Siento que me dejo un mundo detrás. rf

De todo lo que me ha pasado hoy conocer esta personalidad tan poderosa ha sido lo que más me ha impactado. En mitad de la conversación he llegado al cruce de la Balboa con la Louise Avenue que es donde me bajo, nos hemos dado la mano, deseado suerte... y ya está.

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